23 enero 2024

Perla del Valle de Lecrín

 

Foto de Manuel Puerta Gutiérrez


En Dúrcal, Perla del Valle de Lecrín,

Bajo Sierra Nevada, su encanto sin fin.

El río serpentea con gracia y fervor,

Puentes históricos cruzan con honor.

 

Entre naranjos y limoneros se alzan,

Testigos antiguos, puentes que abrazan.

El romano, mampostería ancestral,

Guardián del tiempo, testigo leal.

 

El puente de Lata, orgullo durcaleño,

Vistas que abrazan, un espectáculo lleno.

Fuentes medicinales fluyen con don,

Sus aguas alimentan, como un suave rincón.

 

Molinos antiguos danzan en la orilla,

Molían grano con su antigua chispa.

En el secano, almendros y olivos crecen,

Limoneros y cerezos en huertos florecen.

 

En la plaza del pueblo el pilar de Isabel II destaca,

Un monumento que enmarca la vida que fluye y abraza.

Jubilados en bancos, en la plaza se encuentran,

Debatiendo y parlamentando, historias entretejen.

 

La iglesia de la inmaculada, mudéjar y solemne,

Con su torre que al cielo, su fe enaltece.

En lo alto, la ermita de San Blas se eleva,

Juego de volúmenes, al patrón que venera.

 

Fuentes y pilares, como joyas esparcidos,

Un lavadero antiguo, testigo de días compartidos.

 

Dúrcal, tesoro del sur, en tu belleza palpita,

Valle de Lecrín, donde la historia se recita.

 

 

Poema de Miguel Ángel Molina Palma

Foto de Manuel Puerta Gutiérrez

 


20 enero 2024

El Padul

 


En el Valle de Lecrín, entre montañas de esplendor,

Surge El Padul, presea granadina con fervor.

Sus campos de cañas y aguas en danza,

Testigos del tiempo, baile de esperanza.

 

Bañado por Sierra Nevada en su grandeza,

El pueblo acoge la naturaleza con destreza.

Entre olivos y almendros, un paisaje sereno,

Cautiva corazones con su encanto ameno.

 

En la Laguna de misteriosas aguas danzantes,

La ruta del Mamut invita a explorar encantos vibrantes.

Bajo el cielo del campo, sus aguas susurran,

Secretos de la naturaleza, donde el alma se aventura.

 

La ermita de San Sebastián, vestigio de devoción,

En sus muros resuena la esencia de la tradición.

La Casa Grande, testigo del tiempo que se escapa,

Guardiana de secretos, historia que atrapa.

 

La fuente de los Cinco Caños, manantial ancestral,

Donde sus aguas cuentan relatos de lo inmortal.

El Lavadero, escenario de laboriosa destreza,

Donde las lavanderas tejían sueños con firmeza.

 

En el corazón del pueblo, la iglesia erguida,

Como un faro que guía, en su esplendor compartida.

Así, entre lagunas y monumentos enlazados,

El Padul, tesoro de Granada, siempre amado.

 

19 enero 2024

El pueblo de Saleres

 


En Saleres, pueblo blanco abrazado por el valle,

Donde árboles frutales en danza se despliegan.

Herencia musulmana, atalayas testigos de la historia,

Acequias, paratas trazan un manto de tradición en cada esquina.

 

Calles estrechas, patios y callejones sin salida,

Tinaos que guardan secretos de antaño.

Mudéjar se eleva la iglesia, torre adornada en azulejos,

Detrás, Sierra Nevada, majestuosa y eterna.

 

Desde el barrio alto, vistas que enamoran,

Río que susurra, un valle atesora.

Pueblo tranquilo, sin bullicio ni comercio,

A los pies de la sierra, su encanto sincero.

 

Colinas de verdes en variada paleta,

Cadmios y bermellones, naturaleza completa.

Huertas y campos, Granados que danzan,

Chumberas, membrillos, un paisaje que avanza.

 

Fragancias del azahar, jazmines morunos,

El río Santo canta, testigo de arrullos.

Aguas que movieron trapiches con destreza,

Molinos de harina y aceite, luz en la naturaleza.

 

La Atalaya cuenta historias del pasado.

Barranco de Luna, desfiladero abrazado.

Fuente de los Siete Años, manantial en la sierra.

 

Saleres, gema en El Valle escondida,

Entre aromas y colores, vida compartida.

 


18 enero 2024

El pueblo de Restábal

 


En el valle de sueños y colores,

Descansa un pueblo entre amores.

Restábal, con casco blanco y puro,

Abrazado por el cerro seguro.

 

En la confluencia de ríos danza,

El Grande y Saleres, su esperanza.

Pintorescos paisajes el lugar abrazan,

Donde ruiseñores y pájaros cantan.

 

Bajo el manto de estrellas, melodías surgen,

En la noche y amanecer emergen.

La iglesia mudéjar, San Cristóbal venera,

En calles estrechas, historias se encierran.

 

La Lonja del pescado, testigo del paso,

De pescadores y vendedores en el regazo.

Barrio Bajo y Alto, unidos en su andar,

Por el Camino Real, riquezas al caminar.

 

Casas blasonadas, nobleza en su esencia,

Mercantes y nobles, historia en su presencia.

El mirador del “Guitarro” asoma sereno,

Una guitarra dibujada, en el empedrado terreno.

 

Atalayas y acequias, huellas del ayer,

Calles estrechas, patios de entender.

Tradición musulmana, en cada callejón,

Restábal, guardián de una historia en canción.

 

Naranjos y olivos, danzan en abundancia,

Agua que fecunda tierras con fragancia.

Excursiones especiales, rincones por descubrir,

Alos, el algarrobo milenario, un susurro que sentir.

 

En las riberas del embalse, la naturaleza habla,

La Loma del Calvario, Ermita que embriaga.

Virgen de Fátima, en su honor se alza,

Vista panorámica, valle que abraza.

 

Torre vigía árabe, en ruinas testigo,

Donde el aljibe guarda un antiguo abrigo.

Restábal, perla en El Valle resplandece,

Un poema eterno, donde el tiempo enriquece.


Pueblo encantado de Melegís

 



En Melegís, valle de blancura encalada,

Donde el sol acaricia casas bañadas.

Entre naranjos y limoneros danzantes,

Olivos testigos de tierras vibrantes.

 

Canta el zorzal, la mirla en su melodía,

Acompañando al río, que apenas murmulla el día.

Torrente es su nombre, aunque modesto en caudal,

Refleja la esencia de este rincón especial.

 

A la izquierda se alza Sierra Nevada imponente,

Su majestuosidad en el horizonte se siente.

Desde el mirador de las Alvirillas se atisba,

El pantano de Beznar, en quietud se enriza.

 

Al fondo, el cerro sostiene la ermita,

Del Santo Cristo del zapato, que a todos invita.

A la derecha, cerca del pantano resplandece,

Restábal, el pueblo que al paisaje engrandece.

 

La iglesia de torre mudéjar se erige con gracia,

Testigo del tiempo, en su historia abrazada.

A la entrada, un olmo centenario se inclina,

Guardián de secretos que el viento imagina.

 

En la Fuente lavadero, donde el tiempo reposa,

Mujeres lavaban sueños entre risas hermosas.

Melegís, joya en El Valle, de encantos lleno,

Donde el pasado y el presente entrelazan su vuelo.

 


Valle de oro poético



En el valle de oro y esmeralda,

Donde naranjos danzan con alborada,

Limoneros susurran secretos al viento,

Y olivos cuentan historias de tiempo lento.

 

Un río serpentea con canción serena,

Sus aguas bailan en danza eterna,

Hasta abrazar un pantano en reposo,

Donde refleja el cielo su manto hermoso.

 

Sierra Nevada al fondo, majestuosa,

Pinta su perfil con nieve gloriosa,

Mientras a un lado, la Sierra de Pinos,

Se eleva con su cruz entre sus caminos.

 

 

El Zorzal y la  mirla cantan con ternura.

Pájaros mensajeros en coro entrelazan,

Historias del valle, susurros que abrazan.

En cada hoja, en cada rincón sagrado,

La poesía del lugar es un regalo guardado.

 

Oh, valle de encantos y sueños tejidos,

Donde el sol y la luna son cómplices queridos.

Bajo cielos azules  y aromas divinos,

Los pájaros danzan en el valle divino,

Mientras la Cruz de Pinos observa

En silencio, en su elevado destino.

 

 

11 enero 2024

Poemas dedicados a Federico García Lorca

                     


      

       I. En la Vega de Granada

En la Vega del alma, lamento su danza,

donde duende y luna danzan un compás.

En la tierra morena, susurra el jazmín,

y en cada rincón, el cante del flamenco.

 

Bajo la luna negra, el ciprés se inclina,

testigo de secretos en la noche gitana.

Gime el viento entre olivos, como un lamento,

mientras el río canta la pena del amante.

 

En la calleja estrecha, sombras se abrazan,

y los claveles rojos sangran en el patio.

La guitarra llora, desgarrada y profunda,

como el corazón que se entrega al destino.

 

Federico, en la bruma del tiempo eterno,

tu eco resuena, poesía que no muere.

 

 

     II.  Bajo la luna de Granada                                           

Bajo la luna de Granada,

donde, los suspiros danzan,

flor de la noche encantada,

sueños en la alameda avanzan.

 

Gitano canta en la sombra,

llanto de guitarra perdido,

las lágrimas del alma asombra,

eco de un amor prohibido.

 

En la Vega, la tierra llora,

olivos susurran secretos,

la pasión en la noche aflora,

en los jardines del silencio.

 

Entre calles empedradas,

donde el cante se desgrana,

Federico, tu voz aclamada,

resuena en la noche gitana.

 

 

     III. En la noche de pasión                                               

En la noche de pasión y luna clara,

donde el alma danza al compás del viento,

susurra el corazón, en dulce encanto,

versos que emanan del amor sediento.

 

Bajo la sombra de los olivos,

donde el silencio abraza la penumbra,

se entrelazan las almas, dos destinos,

en un baile etéreo, como la espuma.

 

Entre suspiros de la noche estrellada,

se funden los cuerpos en un abrazo,

como la tierra abraza a la semilla,

nace un amor que en el alma trazo.

 

Labios que se encuentran en la penumbra,

un susurro, un secreto compartido,

como las hojas que el viento despeina,

se enredan dos almas, unidas, perdidas.

 

Oh, amor que florece como la flor,

En el jardín secreto del deseo,

Lorca, testigo de este romance,

Pinta con palabras el lienzo del anhelo.

 

 

     IV. Tierra sedienta de pasión                                       

En la tierra sedienta de pasión y cante jondo,

brotan susurros de amores como ríos del corazón.

Bajo la luna, testigo de secretos profundos,

se trenzan los destinos en un baile apasionado.

 

En los campos de la noche, suspiros se entrelazan,

como ramas que buscan el abrazo de la aurora.

Laberintos de deseo se tejen entre las sombras,

y el viento susurra versos de amor y añoranza.

 

En el jardín de los amantes, florecen rosas rojas,

guardianas de promesas que el alma susurra.

La guitarra llora notas de un amor eterno,

mientras el eco del tiempo enlaza dos destinos.

 

Bajo el hechizo de la luna, los amantes se encuentran,

se abrazan con fuerza en el misterio de la noche.

Federico, en el aire, deja su huella de poesía,

y el amor perdura en la esencia de esta melodía.

 

 

 

     V. Tierra de pasión ardiente                                          

En la tierra de la pasión ardiente,

donde la Luna danza con el viento,

se despiertan susurros en la noche,

bajo el manto de un amor sediento.

 

Entre olivos y jazmines suspira,

un romance que el alma enreda,

laberinto de sus ojos profundos,

donde el corazón su esencia hereda.

 

En Granada, donde el sol se rinde,

se teje un lazo de fuego y ternura,

brotan versos de la fuente eterna,

donde el deseo enciende su fulgura.

 

Bajo la sombra de los cipreses,

se funden almas, se enlazan destinos,

como Lorca en su duende vibrante,

se revela el amor, sublime y divino.

 

 

     VI. La danza del crepúsculo                                 

En la danza del crepúsculo, susurra  el viento gitano,

bajo la Luna llena, un amor desengañado.

En Granada encantada, entre sombras y desvelos,

se teje un romance eterno, en versos y destellos.

 

Sus ojos, dos luceros, reflejan el duende ardiente,

en las callejuelas estrechas, el amor es un torrente.

Entre susurros de jazmín y pasión que se desgrana,

el corazón late a compás, como guitarra gitana.

 

Bajo la peineta de la noche, se abrazan las almas errantes,

como poetas clandestinos, en susurros amantes.

En los patios ocultos, florece el sentimiento,

como claveles rojos, en un ardiente viento.

 

Las fuentes murmuran secretos de antiguos amores,

mientras las estrellas pintan versos en los albores.

En el duelo de la ausencia, la nostalgia se desborda,

como ríos de añoranza en la tierra que abraza.

 

Así, entre guitarras y claveles de sangre,

se escribe este poema, en el alma que embriaga.

Federico, testigo de amores y desvelos,

En el lienzo del tiempo, su poesía revelo.

 

 

     VII. La huerta del alma                                           

En la huerta del alma, brotan suspiros,

entre olivos antiguos, se esconde el encanto.

Llanto de guitarra, lamento de río,

en la noche estrellada, danza el quebranto.

 

En la feria del corazón, bailan las sombras,

farolillos de deseo iluminan el sendero.

La Luna, testigo mudo de pasiones nobles,

en el jardín del querer, florece el misterio.

 

Bajo el hechizo de la luna menguante,

susurran los cipreses secretos del amor.

Laberinto de caricias, entreabre el instante,

dos almas entrelazadas, danzan con fervor.

 

Federico, en el viento, deja su rastro,

versos de amor eterno, en el alma grabados.

En el rincón de la nostalgia, se tiñe de oro,

La esencia del querer, un poema enlazado.

 

 

     VIII. Canta el cante jondo                                          

Bajo la luna de Granada danzan sombras,

Entre olivos susurran secretos nocturnos.

En el silencio del Albaicín,

se viste la noche de mantos oscuros.

 

Guitarra triste, llanto en las calles,

Canta el cante jondo, lamento profundo.

En la plaza, un eco de pasiones antiguas,

se entreteje en la danza del gitano vagabundo.

 

Cautivo en la red de la Alambra mágica,

el alma errante se pierde en sus muros.

Entre azahar y jazmín, susurra  el viento,

poesía escondida en cada rincón seguro.

 

En el río Darro, reflejo de estrellas,

Se bañan las penas de amores eternos.

Federico, en la pluma de la noche,

teje versos que laten como sueños etéreos.

 

Oh, poeta de la tierra encantada,

en el corazón de Andalucía floreces.

Tu poesía, como fuente eterna,

Se funde con el alma que en tus versos enloqueces.

 

 

                                  

     IX. Historias de amores                                               

Bajo la luna de Granada brillante,

donde el duende danza en el aire vibrante.

En campos de olivos, susurran secretos,

poesía que brota de sueños inquietos.

 

Gitanos que cantan con voz apasionada,

en noches flamencas, la  pasión desatada.

La luma derrama su luz sobre el río,

Testigo de amores, eterno desafío.

 

En la Vega murmuran los vientos antiguos,

historias de amores, de suspiros y trigos.

Se abrazan las sombras en la calle estrecha,

Donde el cante jondo al alma estremezca.

 

Bajo el cielo andaluz, lleno de misterio,

resuena el eco de un amor sincero.

Federico, en la brisa, su poesía palpita,

Un canto eterno que al corazón imita.

 

 

 

     X. Idilio desbocao                                     

Bajo la luna, en noches flamencas danzantes,

sus ojos, estrellas en cielos morenos,

gitana de pasión, en giros serenos,

teje hechizos con risas resonantes.

 

Entre lunares y claveles amantes,

tu boca, cante jondo de desvelos,

susurra secretos como ríos llenos,

y en cada verso, amor eterno implantes.

 

Bajo el olivo, testigo callado,

nuestro idilio danza con viento y fuego,

como jara en el aire, desbocado.

 

En la feria del alma, un juego ciego,

dos almas, dos palmas, enamorado,

te canto, gitana, mi eterno ruego.

 

 

 

       XI. Dos almas se encuentran                                         

En la tarde ardiente, bajo cielos de Granada,

dos almas se encuentran, en la danza esperada.

Susurran sus miradas, secretos enlazados,

como ríos que cruzan, destinos entrelazados.

 

Él, con ojos profundos, reflejo de la noche,

Ella, en su mirar, estrellas que brotan derroche.

En la plaza se cruzan, se entrelazan sus pasos,

como hojas que danzan, al ritmo de abrazos.

 

Entre sombras y luces, se teje el romance,

Cuerpos que se buscan, en un eterno trance.

Bajo la luna testigo, se declara la pasión,

Como versos que se escriben, su eterna unión.

 

En la Alambra susurran, los suspiros del deseo,

como cante jondo que eleva su anhelo.

En Granada se escribe, este poema encantado,

donde dos almas se encuentran,  en un amor sellado.