03 mayo 2011

Pregón 1994 Melegís

Pregonero: Miguel J. Carrascosa Salas
Consultor de la UNESCO. Cronista Oficial de la Alpujarra



Miguel  J. Carrascosa Salas


   Queridos amigos/as:

   No podía ni debía negarme a la invitación que se me ha hecho, por parte de la Comisión de Fiestas de Melegís, de pregonar este año vuestras fiestas patronales en honor de San Antonio de Padua, que, como sabéis, nació en Portugal (Lisboa) en 1195 y murió en Padua (Italia), en 1231, después de una vida consagrada al servicio del Evangelio como orador sagrado, solícito enfermero y eminente teólogo. Fue canonizado al año siguiente de su muerte de declarado doctor de la Iglesia por Pío XII en 1946.
  
   Por vez primera, van a resonar en los ambientes, mentideros y rincones de este amenísimo Valle- que hoy se muestra alegre y reverdecido por la multitud de aromas y colores de sus florecidos naranjales y por el murmullo de sus viejas acequias – los ecos de este humilde “pregonero”, alpujarreño de nacimiento, granadino de vocación y perdidamente enamorado de vuestra tierra, o sea, del histórico, alegre y fecundo Valle de Lecrín, que tan reiteradamente han cantado, a lo largo de los siglos, viajeros, cronistas e historiadores de las más diversas nacionalidades:
           
Melegís al fondo

            “Sus fértiles praderas- escribía Carles Didier en 1836- se adaptan a todos los cultivos (olivos, almendros, naranjos, limoneros y frutales), que prosperan allí sin grandes esfuerzos”, con aguas corrientes que surcan en todas direcciones estos campos privilegiados”

            “…uno de los más hermosos y deleitosos de este Reino, de mucha fertilidad en todo lo mejor”, como ya dejó escrito Henríquez de Jonquera en sus Anales de Granada”, en 1634, tomo I, pp. 152-153; “…así en pan, vino y aceite, regaladas y tempranas frutas, dulces y abundantes aguas, caza y mucha seda”, que se extiende

desde la gran laguna del Padul- feudo del marqués de Villena desde 1491- el pedregoso y profundo barranco de Tablate (de trágicas resonancias históricas), “  cuyo puente – tendido, con calculado atrevimiento sobre un hendidura de doscientos pies de profundidad, pasa por la “llave” de la Alpujarra.

   “El Valle- nos dice Pedro Antonio de Alarcón- mide tres leguas de máxima anchura por cinco de longitud: …Forman la desigual cuenca – toda tapada de arboledas, sembrados y cortijos- los estribos laterales de Sierra Nevada y una hija suya denominada la Sierra de las Albuñuelas, y la riegan nada menos que cinco ríos, amalgamados a la postre en uno solo”.

   “…el Valle no es una concavidad lisa, como suelen serlo todos los valles, sino que contiene… colinas y hondonadas interiores en que se abrigan y esconden sus diferentes pueblos…”

   Dentro de este insólito marco, estremecido por las palpitaciones y los encantos de una naturaleza singular y de unos hombres y mujeres que viven a sus expensas su propia historia de dolor y lágrimas, de alegrías y gozos compartidos, “secándose al sol y aire, tendieron a Melegís, blanco como los pañales”.
   “Melegís es un belén:
Un belén de hueso y carne,
Con olivos y naranjos,
Con rosales y romeros
Reverdeciendo en el valle”.


   El hombre y el paisaje fundido en vuestra tierra como realidades dinámicas que se complementan y enriquecen mutuamente.

   Y como supongo que desearéis conocer algunos datos históricos relativos a vuestro pueblo, os diré que el lugar de Melegís o Melexís formó parte, desde el siglo XIII de nuestra era, del iqlim de al Usar, que se corresponde con el actual Valle de Lecrín, integrado en este período por 20 núcleos de población de origen diverso: Iberorromano, mozárabe, beréber, castellano-galaico, etc: Padul, Dúrcal, Nigüelas, Acequias, Mondújar, Harat, Al-Barat, El Chite, Béznar, Talará, Lanjarón, Ízbor, Concha (Cónchar) Guzvíjar o Cozvijar, Melexís o Melegís, Mulchas o Murchas, Restábal, Las Albuñuelas, Saleres, Laxar, Pinos del Rich o del Valle.

   Durante los siglos de esplendor nazarí (1232-1492), Melegís dispuso en sus campos de abundante agua y de grandes  arboledas de olivos y morales…, “donde los moradores cogen diversidad de frutas y muchas naranjas, limones y çidras, con toda suerte de agrios que llevan a Granada, muchos pastos y buenos para los ganados y se coge pan y vino lo bastante…”

   Conquistada Granada en 1492, los lugares del Valle de Lecrín, junto con los de Las Alpujarras, sierras y marinas del Reino, se incorporaron a la Corona de Castilla, siendo gobernados por alcaldes y regidores anuales, a la orden del Corregidor de Granada, una especie de gobernador civil que tenía amplias facultades o competencias de carácter jurisdiccional:

a)          Conocer, en primera instancia, de las causas civiles suscitadas en las poblaciones del territorio sujeto a su autoridad.
b)          Conocer, en juicio de apelación de todas las causas civiles sentenciadas por los alcaldes de las villas y lugares del término.

   Melegís fue repoblado, en tres ocasiones (1490, 1500 y 1572) por colonos procedentes de la Andalucía castellanizada (Sevilla, Córdoba, Jaén, etc.), La Mancha, Castilla la Vieja y Extremadura. Si queréis profundizar en el estudio y comentario de estos hechos históricos podéis consultar el Libro de Población y Apeo correspondiente a este municipio que se custodio en el Archivo de la Real Chancillería de Granada.

   Por Bula de 15 de octubre de 1501, expedida con autoridad apostólica y consentimiento real por don Diego Hurtado de Mendoza, cardenal de España y arzobispo de Sevilla, se erige canónicamente la iglesia de Melegís, como filial de la parroquial de Restábal, dedicada a Santa María.

   Un hermoso templo, efectivamente, obra del siglo XVI, como corresponde a una de las poblaciones más importantes del Valle de Lecrín. Se construye entre 1562-1567 por el maestro albañil Bartolomé Villegas, el carpintero Francisco Hernández y el maestro cantero Pedro Gómez de Fuentefría, que intervino en la cantería de esquinas, cornisas, portadas y gradas del templo.

   En1568 fue quemada la iglesia de Melegís por los moriscos revelados contra Felipe II, valorándose los daños en 8.000 ducados. En 1599, Alonso López Zamudio hizo de nuevo la armadura mudéjar del templo y la restauración de los escudos del arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones, fundador de la abadía del Sacromonte, colocados en 1604 en el testero de altar mayor.

   Una sola nave, rectangular, como altar mayor en alto. Armadura con limabordón a los pies, restaurada igualmente por Alonso López y mohamares a la cabecera (hecho poco frecuente), con nueve tirantes dobles. Los muros son de ladrillo y cajón de mampostería, salvo las esquinas y cornisa, que eran de sillar. Las portadas- una a los pies y otra en el costado derecho- son sencillas obras de cantería, con simples encuadres moldurados a sus esquemas más esenciales. Los herrajes los hizo el artesano Gabriel de Gozón.

   La torre se levanta a la derecha de la cabecera, con tres cuerpos más de campanas, cuyos vanos llevan enjutas con azulejos, hechos por Francisco Fernández.  Tiene algunos altares y retablos barrocos, siendo el más interesante el mayor, de la primera mitad del siglo XVIII, con decoración de estípites y todo dorado”.

   Se conservan - como sabéis – imágenes notables, policromadas, entre las que destacan las del Nazareno, San Juan Evangelista, Virgen de los Dolores, San Francisco de Paula, Cristo Crucificado, Inmaculada Concepción, atribuida esta última a la escuela de Alonso Cano (siglo XVII).

   El archivo parroquial se inicia en 1546 con el libro de defunciones. El de bautismos data de 1582 y el de matrimonios, de 1640. Aparte de estos documentos – de indudable interés histórico- se custodian en la parroquia los libros de la Hermandad del Santísimo Sacramento, erigida en el siglo XVI. Un importante testimonio documental que da fe de lo arraigado de vuestra cultura cristiana, heredada- no cabe duda-de los repobladores castellanos, manchegos, extremeños y gallegos que ocuparon el Valle de Lecrín a finales del siglo XV y durante las dos siguientes centurias (XVI y XVII).

   ¿Qué aspecto ofrecía Melegís durante los siglos XVIII y XIX?
   
   El cartógrafo de Fernando VI, don Tomás López y Vargas Machuca, nos habla, en 1794, de la existencia en vuestro” … un baño de agua templada muy concurrido y excelente para curar toa especia de fluxiones (acumulación de humores en cualquier órgano) y especialmente las enfermedades reumáticas y para curar herpes y otros accidentes provenientes de humores acres y mordaces”.

   Se gobernaba por el alcalde pedáneo elegido por los vecinos anualmente, dependiente del Corregidor de Granada.

   Pascual Madoz, en 1845-55, afirma que Melegís dispone de 80 casas muy deterioradas, calles estrechas de piso cómodo; una plaza pública, casa capitular muy reducida, una fuente de buen agua, escuela mixta, dotada de 240 reales de fondos propios y hasta ybis 1.100 por los alumnos”. La iglesia parroquial, dedicada a San Juan Evangelista (autor del cuarto evangelio y del Libro del Apocalipsis o de la Revelación), de una sola nave y muy antigua, teniendo como anejo a Murchas.

   “El terreno -añade- es casi llano; se riega lo que está en cultivo, que es la  vega por medio de pequeños canales o acequias que se toman de los ríos próximos y lo demás permanece inculto.

   Los caminos son locales y malos; la correspondencia se recibe de Talará procedente de la estafeta de Padul.

   Existen tres molinos de aceite y uno harinero”.

   Y ésta es, amigos y amigas de Melegís, la biografía  de vuestro pueblo, cargado de historia y de afanes compartidos. Esta es la peripecia existencial de una sencilla y laboriosa comunidad rural que aún mantiene, vivas, sus tradiciones, su cultura ancestral, la fe cristiana heredada de sus mayores, es decir, su propia identidad, su alma vibrante, como reflejo inequívoco de un pueblo vivo, alegre y bullicioso, que hoy se nos abre en “encuentro y abrazo acogedor” (Blas, presbítero), contagiando a otras gentes y a otros pueblos vecinos “la esencia de la fiesta”, o sea, la Vida, que es lo que se festeja. Toda Vida. “También, la vida rota del enfermo o del anciano olvidado, del que es lo que se festeja. Toda vida. “También, la vida rota del enfermo o del anciano olvidado, del ausente o el bache de un percance o de un fracaso.  “Porque- no lo olvidemos- la fiesta recrea a quien participa en ella, reconciliando a los alejados y potenciando la integración fraternal de personas, grupos y familias”.

   Os convoco, pues, a la alegría y al regocijo compartidos y os pido sepáis disfrutar,  junto a los vuestros y en solidaridad con los demás, estos días de sano esparcimiento que la imparable rueda de los días os proporciona en los albores de un estío que desearía – para todos vosotros- preñado de esperanzas.

   Enhorabuena a las autoridades locales y a la dinámica Comisión de Fiestas, que han hecho posible, un año más, el prodigio de un Programa polivalente y festivo a la vez, que facilitará a chicos y grandes ocasión propicia para divertirse y recrearse a su gusto, que es uno de los placeres más legítimos y gratificantes del ser humano, especialmente en la enajenada sociedad de nuestros días, fruto de un mundo insolidario que ha renunciado a entenderse:
         Repique general de campanas,
         Rosario de la Aurora
         Veladas musicales
         Elección de la Reina de las Fiestas
         Grandes verbenas
         Misas concelebradas como centro y corazón de estas jornadas festivas
         Conciertos musicales
         Gran corrida de cintas a caballo
         Procesiones en honor de San Antonio de Pádua y del Sagrado Corazón de Jesús.
         Baile público.
         Concurso de disfraces
         Corrida de cintas en bicicleta
         ¡Gran chocolatada para todos!
         Fuegos artificiales.
        
   Y para terminar, un emocionado recuerdo para vuestros mayores, los hombres y mujeres del pueblo (presentes vivos, o muertos o ausentes), que, debido a su esfuerzo no siempre correspondido, hicieron posible el milagro de estos campos reverdecidos y el de una herencia cultural inapreciable por su hondura, singularidad y grandeza…



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