10 de Junio de 2016
Pronunciado por Jesús Vallejo Molino, vecino de Melegís
Es una estupenda sorpresa para mí, tener el honor de dar el
Pregón de las Fiestas de San Antonio, de este mi querido pueblo, Melegís, en el
Valle de Lecrín, un pueblo pequeño en extensión pero grande en emociones, en
atardeceres, en mágicas noches de verano y hogareñas veladas de invierno.
Porque los pueblos existen y se conocen por el rumor y el
trasiego de sus habitantes, por la luz que se desprende de sus calles y el aire
limpio que se respira. También por el silencio de sus noches, apenas
interrumpido por un lejano aullido o el canto del búho (siempre es el mismo)
que se posa y se refugia año tras año entre las ramas de nuestro olmo
centenario, ese árbol firme y majestuoso que preside la puerta de la iglesia y
que ha visto pasar por sus raíces las historias y leyendas que se han forjado
en nuestro pueblo, siempre atento y generoso, acogiéndonos sin remedio a la
sombra de sus ramas.
Yo tuve la suerte de conocer este pueblo cuando todavía no
se habían marchado la mayoría de las familias a la ciudad. Entonces había en
cada casa 4 ó 5 niños de media, y los portales estaban siempre llenos y las
calles transitadas por el bullicio de los niños jugando, apedreándose, jugando
al hoyuelo , al quemao, al churro pico terna, a la lima, a la comba , a los
pistoleros, al piya piya o al escondite, ....y las mujeres comprando el pan, la
leche o el pescado mientras los hombres pasaban con sus bestias cargadas en un
ir y venir constante hacia la vega.
Me viene a la memoria por estas mismas fechas la venida
cada año de los gitanos con sus caravanas, bestias, trastos y canastos, que se
asentaban a la orilla del río, bajo la sombra de las mimbres y chopos.
Era una pincelada de color que contrastaba con la vida
tranquila y apacible del pueblo. Por las noches, aposentados alrededor de una
lumbre, se oían sus guitarras, tambores y cantes quejumbrosos crepitar hacia
nosotros a la par que las chispas de sus hogueras en mitad de la noche
estrellada.
Por aquellos tiempos, los primeros años sesenta, si no
recuerdo mal, ya había bastantes bares y locales en Melegís, así teníamos el bar del Estanquero (la pista le
llamaban),el bar de Pompo, donde bailábamos con la música en directo de las
orquestas y conjuntos de moda, la taberna de Pepillo Tito, el bar de El Blanco,
el bar de Marcelo, el de Joaquín , .... Bares hechos a la antigua, donde se
tomaba sobre todo vino, gaseosa y cacahuetes o, con un poco de suerte,
aceitunas para acompañar. Después vino la cocacola y las fantas y mirindas, por
no decir los cubalibres, algo inédito en Melegís , pero que pronto caló en los
más jóvenes y se fue imponiendo como la bebida ideal para las noches..
En la adolescencia me tocó, como a muchos, ir a la escuela
a Restábal, andando cada día, pues el transporte escolar era algo del futuro,
impensable para aquella época.
La verdad es que lo pasábamos genial en el trayecto, pues
encendíamos lumbres en las mañanas de invierno debajo del puente de Melegís,
dando buena cuenta, a la vuelta, de los membrillos, naranjas caquis o
melocotones que había por el camino. El premio a tanto andar era que no
teníamos clase por la tarde, así que era magnífico irnos al campo todos en
tropel con las cabras, mulos, burras y ovejas, según cada uno, para darles de
comer. Un trabajo que era costoso pero necesario para nuestras casas.
El resto del tiempo lo recuerdo, escuchando la radio
primero, pues era la voz que acompañaba a la mayoría de los hogares, y después
la televisión; esta, que parecía que iba a desbancar a la radio, pronto se
abrió su propio camino y se situó para siempre en un lugar privilegiado de
nuestro salones, presidiéndolos.
Recuerdo también de aquella época, los guateques que se
hacían en la cochera con el tocadiscos portátil y bailando a lo yeyé, en las
que yo y mis amigos, por la edad, sólo podíamos mirar, pues no nos dejaban,
aunque eso no impedía saltar por una tapia para ver desde más cerca la función...
Y ahí descubrí que me apasionaba la música y de hecho la música ha marcado para
siempre mi vida.
También me viene a la memoria las mañanas frías de
diciembre jugando a las charpas, en medio de cualquier sitio sin charcos, pues
aun no estaban las calles asfaltadas, y el brusco despertar temprano al oír el
chillido ensordecedor de los marranos cuando los mataban para la matanza...
Las naranjas, ¿Y las naranjas, que decimos de eso?. Coger
naranjas, un día, otro, un saco, otro, un camión, otro,... Era un trabajo
divertido y bueno para el cuerpo, estábamos realmente en forma, ágiles y
fuertes, resistentes y duros. Es un trabajo que nunca lo he hecho con pereza,
pues el hecho en sí de coger esa maravilla de fruto, como es la naranja , el
limón o la mandarina, ya tiene un plus que te anima a seguir respirando el olor
a cítrico y a azahar.
Pero el campo ha pasado de ser un medio de vida a un sitio
de recreo. Las fincas ahora nos gustan por lo bien que se está en ellas, por
sus frutos, por sus paseos, por su valor intrínseco. Todo ha cambiado, pero debe
mantenerse ese apego por ellas para que este Pueblo, Melegís, que según su
acepción árabe significa entre cerros y / o Jardín de flores, siga siendo un
vergel, lleno de naranjos, limoneros, olivos y almendros, de perales y
manzanos, caquis y ciruelos,.... por nombrar algunos de los muchos manjares que
nos ofrece esta tierra.
Quisiera hacer desde aquí un llamamiento de solidaridad y
colaboración para la sostenibilidad económica, cultural y medioambiental de
este valle, para que se mantenga la conservación del patrimonio arquitectónico,
las costumbres y las
tradiciones del pasado. Por todo esto, animo y admiro a
todas esas generaciones de parejas jóvenes que han apostado y decidido quedarse
a vivir aquí en el pueblo, contribuyendo con su trabajo y el de sus familias al
desarrollo y mantenimiento de la vida cotidiana en Melegís, que si bien cada
día está más llena de personas mayores que de jóvenes, si que es cierto que el
futuro está asegurado, pues los descendientes de esas personas que ahora
son mayores, ( mis padres y los vuestros que en su día fueron jóvenes y
dinámicos, y que gracias a ellos el pueblo creció y sus hijos , es decir
nosotros, pudieron educarse en mejores condiciones, a pesar de que muchos de
ellos salieron para no volver) tenemos la responsabilidad y el compromiso de
mantener y cuidar ese legado.
Es por eso que es muy grato encontrarse con amigos y
paisanos que deciden instalarse y afincarse aquí como último destino de ese
viaje que es la vida, y de la que podemos disfrutar muy gratamente en este
nuestro precioso pueblo.
En definitiva, un lujo al alcance de muy pocos, a la vista
de cómo está el mundo en general. Somos por tanto unos privilegiados que
debemos sentirnos orgullosos de ser los encargados de preservar este legado y
este paisaje incomparable por su belleza y riqueza.
Yo he llevado a este pueblo y a este valle siempre en mi
corazón allá donde he ido.
De manera que me he comportado siempre como el mejor de
los embajadores de Melegís en el mundo, divulgando todas las cosas buenas
que tiene, mostrando fotos, hablando con entusiasmo y pasión de sus
virtudes....
Es por eso que este pequeño pueblo es más conocido de lo
que pueda parecer, pues su nombre y sus paisajes han viajado conmigo
inseparablemente..
En cuanto a las fiestas de San Antonio, yo las he conocido
cuando no había ni orquesta ni conjunto, era la música del Padul la única
encargada de atiborrarnos con pasodobles e himnos incluido el de España,
siempre a punto para todo....
Después vino el formato del conjunto de música, es decir,
la música del Padul añadida mas juegos varios, con elección de reina de fiestas
incluida, y así siguen hasta hoy con apenas pequeños cambios. Pero recuerdo la
ilusión con que esperábamos cada año la venida de las fiestas de San Antonio,
era el momento de comprarse ropa nueva, de echarle ojo a alguna niña, o de
gastar dinero en los columpios .
Y es que soy de Melegís y de pura cepa, pues tanto mis
padres como mis abuelos eran y son de aquí, y eso es algo que me llena de
orgullo. Es por eso que me gustaría hacer una mención de su existencia, que a
la vez es como una mención a toda una generación de personas que ya no están
pero que son las responsables de nuestra existencia en este pueblo.....
Así José el Bomba , abuelo materno, que os puedo decir de
un hombre que ya no se encuentra, trabajador, honrado, optimista, bebedor de un
solo trago y hombre de palabra, un hombre como Dios manda y de los que para
nuestra desgracia cada vez se encuentran menos. Mi abuela, María la Barbera, su
mujer, era todo bondad y dulzura, alguien que supo bailar con el sufrimiento y
la falta de recursos para influir con fuerza e ilusión en sus hijos y nietos ,
un ejemplo a seguir y una mujer de referencia.
En cuanto a mi abuela, por parte de padre, Trinidad la
Chota, la Chacha Trinidad como era conocida, una mujer luchadora y valiente.
Una mujer de fe que mantenía su devoción a Dios como una promesa por hacer, que
nada era suyo, todo lo compartía. Tenía una tienda, si Señor, muchos años. Una
tienda donde se vendía de todo, desde una jícara de chocolate de Elgorriaga
hasta un sello para Suiza. Donde se podía recargar un encendedor de gasolina si
le echabas dos reales a la máquina que tenía en el patio previo al mostrador.
Una mujer que me arrancó mis primeros versos, que me hizo reír y soñar y creer
en la verdad, el único camino, me decía, que te llevará a algún sitio.
Estoy seguro que me escucha y que se regocija en su felicidad.
Mis padres, Jesús y Mercedes, Jesús el de Trinidad la Chota
y Mercedes la del Bomba, de ellos me queda su vitalidad infinita, su bondad y
su buena disposición. Siempre me inculcaron la curiosidad por aprender y
superarme a mí mismo, todo lo que he sido y soy es gracias a ellos...
Desde aquí quiero mandarles el mejor de los abrazos y mi
eterna gratitud por su paciencia y tolerancia, valores que cada vez mas aprecio
y que se hacen mas sólidos según vamos avanzando con la edad.
Y como no, quiero hacer una mención especial por lo que
suponen en mi vida, a mis hijos Hugo y Aurora, dos luces que brillan en mi vida
y me iluminan cada día el camino que me llena de esperanza.
Y en un lugar destacado quiero mandar un fuerte abrazo a mi
mujer Elena por su infinita comprensión, su amor integro y su fe ciega en mí.
..
Finalmente y para terminar quiero aprovechar la oportunidad
que los vecinos y vecinas de este pueblo me han brindado al proponerme como
candidato para dar el pregón de las fiestas de San Antonio 2016, para
agradecerles su ofrecimiento. También quiero agradecer a los mayordomos de
estas fiestas su vitalidad y eficacia para que todo esté a punto y podamos
disfrutar una vez más de unas estupendas fiestas patronales.
Por todo esto, quiero partir una lanza a favor de este
corazón del valle (Melegís) para que tomemos conciencia de su valor, de su
belleza sin límites, de su riqueza natural, de su clima, sus frutos, sus campos
y bosques.... Que cada uno contribuya con los medios de que disponga para
fomentar y conservar sus tierras, campos, casas, ríos, caminos y acequias. Que
nuestra presencia sea cada vez más notoria para que perdure eternamente, pues
todo lo que nos da este pueblo y este valle es como una bendición, todo es puro
y bello, natural y acogedor, salvaje y doméstico a la vez.
Yo he elegido este valle para pasar mis días mas maduros,
para que sea el lugar donde reposar de mil batallas de la vida. Para que me
refresque con su brisa y me azote con su viento indomable, para deleitarme con
sus frutos y bañarme en sus aguas. Para escuchar el rumor del río Margen y el
del río Torrente, ese rumor bronco que se repite como un mantra y que me
adentra en el mejor de los descansos posibles.
Y ahora vecinos y vecinas, amigos y familiares os invito a
participar de estas magnificas fiestas, a disfrutar, a reír y a bailar...
¡¡ Viva San Antonio Bendito!!
¡¡ Viva!!