La Leyenda de los
Lentos
Hola amigos, aquí tenéis un relato mágico y simbólico sobre Nigüelas y la leyenda de los lentos, entre historia, mito y verdad popular.
“La procesión
interminable”
Relato inspirado en la leyenda de Nigüelas, el pueblo de los lentos
Dicen en el Valle de Lecrín que hay pueblos por los que el tiempo no pasa igual.
Y que en Nigüelas, cuando entra un forastero con prisas,
no tarda en frenar el paso,
bajar la voz,
y mirar el cielo como si de repente recordara algo que había olvidado.
Todo comenzó —cuentan los más viejos— con una imagen sagrada.
Una talla antigua de una Virgen,
hecha de madera de almendro y ojos dulces,
que los vecinos de Nigüelas quisieron regalar, como muestra de hermandad, a sus vecinos de Dúrcal.
Era el mes de mayo,
y los campos brillaban de amapolas.
Se preparó la procesión:
flores en las calles, incienso en los portales,
y la Virgen, engalanada,
salió del pueblo entre vítores, rezos… y una calma que parecía de otro mundo.
Los primeros pasos fueron firmes.
Pero al poco tiempo, algo ocurrió.
La imagen no avanzaba.
No porque pesara demasiado.
Era como si los pies de los porteadores se volvieran lentos,
las ruedas de los carros se hundieran en aire,
las voces se apagaran.
Pasó un día entero.
Y la Virgen apenas había salido de la plaza.
Dúrcal esperaba en vano.
Los vecinos de Nigüelas insistían en seguir.
Pero el camino se volvía largo como un año.
Cada paso era una eternidad.
Cada recodo, una vida entera.
Al tercer día, un anciano del pueblo, de barba blanca y bastón torcido, dijo:
—“Es que nosotros no vivimos en los minutos,
vivimos en la pausa.
Y esta Virgen… es nuestra.”
Desde entonces, los de Dúrcal, con humor y picardía,
empezaron a llamar a los de Nigüelas “los lentos”.
Pero los lentos lo aceptaron con una sonrisa.
Porque sabían que en la lentitud estaba el secreto:
el pan bien amasado,
la poda con cuidado,
el aceite que decanta sin apuro,
el amor que no corre.
Años después, cuando se diseñó el escudo del pueblo,
un maestro de escuela propuso una frase en latín:
“Festina lente” —Apresúrate despacio.
Y así quedó escrito, entre piedras y agua,
para que nadie olvide
que en Nigüelas, la prisa se deja en la entrada.
Y que caminar lento…
es otra forma de llegar antes.
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