El Palacio de Zayas
El antiguo palacio de verano de la familia Zayas en Nigüelas, hoy convertido en Ayuntamiento. Un edificio del siglo XVI que, entre sus muros, jardines y salas altas, guarda seguramente más de un secreto.
Aquí os traigo amigos una historia inventada, cargada de atmósfera y simbolismo.
“El susurro del
patio”
Palacio de los Zayas
– Nigüelas, siglo XVIII
Cuando la familia Zayas venía a pasar el verano a Nigüelas,
el pueblo se vestía de rumores.
Se blanqueaban las fachadas,
se abría el palacio entre geranios
y el aire olía a albahaca y a pergamino.
Don Alonso de Zayas, caballero retirado, hombre culto y silencioso,
se instalaba en la planta alta.
Desde su balcón, contemplaba el río Torrente, el cerro Zahor y las acequias,
y anotaba pensamientos en un cuaderno de tapas negras.
Decían que hablaba poco,
pero que escuchaba todo.
Cada tarde bajaba al patio central,
se sentaba bajo un limonero,
y leía en voz baja.
Una joven criada del pueblo, Mariana,
curiosa y ávida de saber,
pasaba baldeando el suelo,
pero no perdía palabra.
Un día, Don Alonso la sorprendió repitiendo uno de sus versos.
—“¿Sabes lo que significa?” —le preguntó.
Mariana bajó la cabeza.
—“No, señor. Pero suena bonito.”
El caballero sonrió.
Y por primera vez, le ofreció un libro.
Desde entonces, cada noche dejaba un tomo envuelto en una tela junto al limonero.
Y Mariana, en silencio, lo recogía como si fuese un secreto compartido.
Cuando murió Don Alonso,
no hubo misa ni cortejo.
Solo un cuaderno abierto sobre el escritorio.
Y una inscripción en latín grabada en el borde del patio:
“Festina lente” — Apresúrate despacio.
Hoy, el palacio es el Ayuntamiento.
Pero hay vecinos que aseguran que, al atardecer,
si te sientas bajo el limonero del patio,
puedes oír un susurro suave.
No son hojas.
Ni viento.
Es como una frase leída en voz baja.
Por alguien que todavía escucha.
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