02 diciembre 2025

ANTONIA Y MANOLICO BELLIDO de Padul


 ANTONIA Y MANOLICO BELLIDO : LOS CORAZONES DE LA PLAZA DE PADUL


​La Plaza de Padul fue mucho más que un cruce de caminos a lo largo del siglo XX; fue el corazón latente del pueblo, un espacio de comercio, encuentro y vida que debe gran parte de su historia a dos figuras inolvidables: Antonia y Manuel Arias, cariñosamente conocido como "Manolico Bellido". Su vida, marcada por el esfuerzo y la generosidad, se entrelazó con el pulso de la comunidad.


​LA CASA SIN PUERTAS: UN LEGADO DE SERVICIO Y EMPRENDIMIENTO


​La pareja adquirió la antigua casa de Hipólita, un edificio con un pasado singular que incluso había servido como "centro de salud" para los presos. Este matrimonio de "corazón grande" transformó la propiedad en un faro de hospitalidad, con la puerta siempre abierta para quien necesitara ayuda.


​Su espíritu emprendedor los llevó a diversificar el negocio de maneras asombrosas:

​Manolico, el Multifacético: Su oficio principal era la barbería, pero sus servicios iban mucho más allá. Actuaba como un taxista sin carné que acompañaba a parturientas a Granada, asistía al cura o aliviaba dolores de muelas con remedios caseros.


​Antonia, la Visionaria: Demostrando una valentía adelantada a su tiempo, Antonia fue la primera mujer en obtener el permiso de conducir y se puso al volante de su primer coche, "un seillas". Su misión era fundamental: recorrer las carreteras para garantizar el suministro de la tienda, desde cocinas de petróleo hasta las bobinas de seda que llevaban a las bordadoras locales, como "Pepa la cerrajilla" y "Emilia la cucina", para que pudieran perfilar en los bastidores.


​EL EPICENTRO DEL COMERCIO Y LA NOVEDAD


​Su negocio no tardó en expandirse, vendiendo desde máquinas de coser y electrodomésticos hasta joyería. Antonia se destacaba por su habilidad comercial, vendiendo casi siempre a plazo  y fiando a sus clientes, con el único compromiso de pagar "tanto cuando se pueda".


​El hogar de los Arias en la calle Real se convirtió en un verdadero centro social. La primera televisión del pueblo llegó a su salón, transformando su casa en un punto de reunión para vecinos de todas las edades. 


​LA DESPEDIDA DE UNA ÉPOCA


​Antonia y Manuel no solo fueron comerciantes; fueron pilares de la vida social y económica de Padul. Incluso después de que el tiempo transformara la Plaza, Manolico mantuvo vivo el espíritu de la creación. A sus noventa años, se dedicó a la elaboración de miniaturas primorosas en madera.

​Aunque la vida los llevó a mudarse a un piso más tranquilo, lejos del bullicio, el legado de su generosidad y su contribución al progreso sigue latiendo. Recordar a Antonia y Manolico es recordar la calidez de un Padul donde la vecindad era un valor fundamental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario