En Saleres, pueblo blanco abrazado por el valle,
Donde árboles frutales en danza se despliegan.
Herencia musulmana, atalayas testigos de la historia,
Acequias, paratas trazan un manto de tradición en cada esquina.
Calles estrechas, patios y callejones sin salida,
Tinaos que guardan secretos de antaño.
Mudéjar se eleva la iglesia, torre adornada en azulejos,
Detrás, Sierra Nevada, majestuosa y eterna.
Desde el barrio alto, vistas que enamoran,
Río que susurra, un valle atesora.
Pueblo tranquilo, sin bullicio ni comercio,
A los pies de la sierra, su encanto sincero.
Colinas de verdes en variada paleta,
Cadmios y bermellones, naturaleza completa.
Huertas y campos, Granados que danzan,
Chumberas, membrillos, un paisaje que avanza.
Fragancias del azahar, jazmines morunos,
El río Santo canta, testigo de arrullos.
Aguas que movieron trapiches con destreza,
Molinos de harina y aceite, luz en la naturaleza.
La Atalaya cuenta historias del pasado.
Barranco de Luna, desfiladero abrazado.
Fuente de los Siete Años, manantial en la sierra.
Saleres, gema en El Valle escondida,
Entre aromas y colores, vida compartida.
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