En el Valle de Lecrín, entre montañas de esplendor,
Surge El Padul, presea granadina con fervor.
Sus campos de cañas y aguas en danza,
Testigos del tiempo, baile de esperanza.
Bañado por Sierra Nevada en su grandeza,
El pueblo acoge la naturaleza con destreza.
Entre olivos y almendros, un paisaje sereno,
Cautiva corazones con su encanto ameno.
En la Laguna de misteriosas aguas danzantes,
La ruta del Mamut invita a explorar encantos vibrantes.
Bajo el cielo del campo, sus aguas susurran,
Secretos de la naturaleza, donde el alma se aventura.
La ermita de San Sebastián, vestigio de devoción,
En sus muros resuena la esencia de la tradición.
La Casa Grande, testigo del tiempo que se escapa,
Guardiana de secretos, historia que atrapa.
La fuente de los Cinco Caños, manantial ancestral,
Donde sus aguas cuentan relatos de lo inmortal.
El Lavadero, escenario de laboriosa destreza,
Donde las lavanderas tejían sueños con firmeza.
En el corazón del pueblo, la iglesia erguida,
Como un faro que guía, en su esplendor compartida.
Así, entre lagunas y monumentos enlazados,
El Padul, tesoro de Granada, siempre amado.
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