En un rincón de Granada, escondido,
Se encuentra Saleres, de encanto dormido.
Río Santo murmura entre piedras y vides,
Canta a los álamos y a los olivares humildes.
Blancas casas se alzan, en calma y silencio,
Como un susurro antiguo, un suave aliento.
Sus calles estrechas, empedradas y suaves,
Guardan los pasos de siglos que no caben.
Saleres, de campos y
de agua bendita,
Donde el tiempo se
mece, donde el sol palpita.
Los huertos respiran
aromas de siglos,
Naranjos y almendros, susurros antiguos.
Las montañas abrazan el valle en su seno,
Y en el aire resuena un eco sereno.
Aquí la vida avanza sin prisa, despacio,
Donde el día amanece como un suave abrazo.
Oh, Saleres pequeño, refugio y encanto,
En tus brazos de calma, al cielo levanto
Mi voz agradecida, mi canto escondido,
Por ser tierra y memoria, por ser sueño vivo.
Saleres, de campos y
de agua bendita,
Donde el tiempo se
mece, donde el sol palpita.
Los huertos respiran
aromas de siglos,
Naranjos y almendros, susurros antiguos.
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