En las faldas de la sierra, entre valles y veredas,
Se encuentra Restábal, guardián de las eras.
Blanco en sus casas, radiante en su calma,
Un pueblo que esconde su esencia en el alma.
Aguas del río, espejo
de estrellas,
Pasan serenas entre
las huertas bellas.
Aromas de naranjos,
jazmín en el viento,
Y el eco de historias
que arrastra el tiempo.
Sus calles estrechas, de piedra y susurro,
Lleva el pasado como un fiel murmullo.
El laurel y el olivo vigilan en fila,
Como ancianos sabios que cuidan su villa.
Por los campos dorados de olivos y almendros,
Se alzan los colores, se entretejen recuerdos.
Restábal respira, respira y aguarda,
Y en cada rincón, su paz nos resguarda.
Oh, Restábal querido, rincón de Granada,
Tu pueblo y tu sierra en mi alma están guardadas.
Quien pisa tu suelo y en ti se queda,
Lleva para siempre esta tierra entera.
Aguas del río, espejo
de estrellas,
Pasan serenas entre
las huertas bellas.
Aromas de naranjos,
jazmín en el viento,
Y el eco de historias
que arrastra el tiempo.
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