🏭🍅 EL SABOR Y LA ENERGÍA DEL VALLE: LA FÁBRICA DE CONSERVAS Y DE ACEITE “SAGRADA FAMILIA” DE FRANCISCO CASTRO 🫒⚙️
En el corazón de Melegís 🌳, bajo la sombra de los naranjos y al rumor del agua que baja de la sierra 💦, se levantó a comienzos del siglo XX un pequeño pero pujante complejo industrial que cambió la economía del pueblo: la Fábrica de Conservas 🍅 y de Aceite “Sagrada Familia” 🫒, propiedad del ingeniero y empresario Francisco Castro Aparicio 👨🔧.
🚜 UNA INDUSTRIA NACIDA DEL CAMPO
El Valle de Lecrín era —y sigue siendo— un vergel 🌿 lleno de frutales, olivares, limoneros 🍋, y cultivos de hortalizas como el tomate 🍅. Francisco Castro, con su visión moderna y su espíritu emprendedor, entendió que el futuro pasaba por transformar los productos agrícolas del valle, en lugar de venderlos en bruto.
Así nació la Fábrica de Conservas de Melegís, donde se elaboraban principalmente conservas de tomate 🍅🥫, aunque también se envasaban frutas en almíbar 🍑 y pimientos asados 🌶️. Aquello dio trabajo a decenas de vecinos del pueblo, especialmente mujeres 👩🌾👩🏭 que limpiaban, pelaban y envasaban el tomate manualmente, con gran destreza y orgullo.
🫒💫 LA ALMAZARA “SAGRADA FAMILIA”
Muy cerca de la fábrica de conservas, Francisco Castro fundó también su Fábrica de aceite, bautizada como “Sagrada Familia” 🙏🫒.
Era una instalación moderna para la época, con molinos de piedra movidos por energía hidráulica 💧⚙️, probablemente conectados a la misma red de agua que alimentaba su Fábrica de la Luz San Antonio ⚡.
Allí se molturaban las aceitunas del entorno, se prensaban en grandes capachos de esparto 🧺, y el oro líquido del Valle fluía hacia tinajas y garrafas de barro 🍶. Su aceite era conocido por su pureza y sabor suave, muy valorado tanto en Melegís como en los pueblos vecinos.
🔧🏠 UN CONJUNTO INDUSTRIAL FAMILIAR
Ambas fábricas —la de conservas y la de aceite— formaban parte de un conjunto industrial familiar situado al lado de la casa de la calle La Fuente nº 10 🏰, donde residía el propio Castro Aparicio. Desde su hogar controlaba la producción, la distribución y la contabilidad 📜.
La energía eléctrica que él mismo generaba en su Fábrica de la Luz “San Antonio” ⚡ era la que alimentaba las máquinas, prensas y motores de estas instalaciones 🏭. Era una economía circular perfecta ♻️: el agua del valle movía la turbina, la turbina generaba luz, y la luz daba vida a la industria.
👩🏭🍅 MEMORIA DE UN TIEMPO DE ESFUERZO
Muchos vecinos de Melegís recuerdan o han oído contar historias de sus abuelas trabajando en la Fábrica de Conservas 🍅🥫.
El olor a tomate cocido llenaba el aire, las risas se mezclaban con el vapor que salía de los peroles y el silbido de las tapas cerrándose. Era un trabajo duro, pero también un orgullo para el pueblo 💪❤️.
De aquellas jornadas quedaron anécdotas, fotos en blanco y negro 🖼️ y la memoria viva de un Melegís que supo ser productivo, ingenioso y moderno.
🌿🔥 LEGADO DE PROGRESO Y FE
El nombre de la almazara “Sagrada Familia” 🙏 no era casual. Reflejaba la fe profunda de Francisco Castro y su idea de que el trabajo, la familia y la industria debían ir de la mano 🤝.
Hoy, aunque las fábricas ya no funcionan, su huella perdura en la arquitectura, en las historias contadas junto al olmo centenario 🌳 y en la memoria colectiva del valle.
🌞💬 UN PATRIMONIO QUE DEBE RECORDARSE
Recordar la obra de Francisco Castro Aparicio es rendir homenaje a la primera modernización industrial del Valle de Lecrín 🏞️.
Su visión unió energía, agricultura, técnica y fe —cuatro pilares que definieron una época de esperanza, trabajo y prosperidad para Melegís.
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