Repito la palabra paz, paz, paz y me llena totalmente la boca, me relaja la mente y es un bálsamo para mi corazón. Que la paz sea contigo para que participes de la luz. Que la paz sea con todos para que la luz llegue a todos los rincones de la tierra.
Bendita sea la paz que hace que el hombre prospere. Paz, paz, paz, que rema más poderoso.
Si los hombres desean llegar a ser felices, antes tendrán que encontrar la paz en sus corazones.
Yo doy al mundo la paz y no la espada. Si cogéis la paz aún no habréis llegado al final de la meta, pues después de la paz, tendréis que conseguir la felicidad. La paz es requisito indispensable para alcanzar la felicidad.
Si cogéis la espada habrá guerra. Y la guerra se sabe cuando empieza, pero no cuando acaba. Cortar de raíz la guerra en vuestra vidas, porque la guerra empieza en vuestra mente, repetir constantemente: Paz, paz, paz es la mayor necesidad, y si ha de venir algo más, que venga la felicidad.
Que todos los seres alcancen la felicidad, que todos los seres sean afortunados y dichosos. Que sean felices tanto el grande como el chico, el árbol y el matojo, la jirafa y el oso, el rey y el mendigo.
La tierra se ilumina cuando el sol calienta la llama de luz en nuestros corazones. Y si nuestros corazones están llenos de luz, no hay lugar para las tinieblas, que desaparecen de nuestras vidas como por arte de magia.
La magia llega a nuestras vidas cuando sentimos verdadero amor. Y entonces todo se transforma, se hace nuevo ante nuestros ojos. Disfrutamos de las cosas más sencillas con verdadero gozo. El campo, la playa, el niño jugando, el payaso tocando la trompeta, la paloma volando, el sonido del agua de la fuente, cualquier cosa nos parece bendita y maravillosa.
Llegó el amor a nuestras vidas y renovó nuestras viejas vestiduras, reluciendo en nuestras almas una blancura impoluta, y nos dio a todos por reír y sonreír, y cuanto más nos reíamos más nos brillaba nuestra cara. ¿Pasó mucho tiempo?. No lo sé, no llevábamos relojes, y las horas nos parecían segundos, estábamos ensimismados en cuatro tonterías, la tristeza y el dolor habían desaparecido y cualquier excusa era buena para pasar un buen rato.
Llegó el amor a nuestras vidas y cicatrizaron nuestras viejas heridas, esas que nunca se cerraban.
Llegó el amor a nuestras vidas y cayeron todos los esquemas que sujetaban la rigidez de nuestras almas.
Llegó el amor a nuestras vidas y no hicieron falta ni palabras para derrumbar gruesos muros que nos separaban desde hace muchos años a unos de otros.
Llegó el amor y de su mano llegó la caridad y el contento, y hasta más de un ciento de virtudes, que se abrieron como las flores en primavera.
Llegó la paz, el amor y la felicidad. Y que importaron ya los sufrimientos pasados y las hojas caídas. El árbol se ilumino plenamente y ya para siempre. Y en cualquier mes del año era siempre primavera, la alegría inundaba el corazón de todos los seres.
Llegó la paz, el amor y la felicidad. Y la bondad era la moneda de pago habitual entre los hombres. Yo te pago con bondad tu generosidad, y cuanto más te pago, más tengo de lo que te pago. Y cuanto más tengo menos me pesa y más dulce se me pone la cara.
Llegó la paz, el amor y la felicidad. ¿ Y dónde quedaron las guerras?, ¿Dónde quedó el hambre y la desesperación?. Dónde quedó el tirano. Dónde quedó el odio al hermano. Dónde quedaron que ya no había lugar para ellos ni casi en el recuerdo.
Y ya todos se saludaban al comenzar la jornada: Que pases un buen día amigo, que pases un buen día hermano. Siempre me alegro de verte amigo, siempre me alegro de verte hermano. Y para todas las personas humanas siempre el camino era ancho y había cabida para todos, para los blancos, para los negros, para los moros, para los café con leche, para los coloraos y para los amarillos. Y todos se daban la mano, y todos eran hermanos.
Y en el camino de la vida unos se decían a otros: No mires para atrás amigo con rencor, ni mires para adelante sin amor. No mires para atrás hermano con rencor, ni mires para adelante hermano en tu vida sin amor.
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