01 abril 2011

Procesión del Viernes Santo en el Padul (Solemne procesión del Santo Entierro).

Los soldados romanos
                                                        
                Este día se vive en el Padul la rememoración de la pasión y muerte de Jesús.
            Música, cantos, aromas de flores, de tomillo y hierbas aromáticas, de cera, de incienso, cofrades, costaleros, mayordomos, capataces, aguadores, portainsignias, músicos, penitentes, pies descalzos, pies arrastrando cadenas. El aire, el aroma, la luz y los sonidos. Bandas de música, cornetas, tambores, la mantilla española de riguroso negro portando elegantes farolillos. Túnicas, velas, faroles, tronos, maderas talladas, metales modelados, platas y oros.
            Son las ocho de la noche, comienza el desfile procesional de una pasión, que todos los años se repite por las calles del Padul.
Oración del huerto. Jesús suda sangre en el huerto de Getsemani, ante el cáliz de amargura que le presenta el ángel del señor. Por momentos ve ante sí toda su pasión y muerte. Y pide al Padre que aparte de él ese cáliz.  El Padre no aparta ese cáliz de dolor, pero le da la fuerza necesaria para soportarlo.
Cristo de la Flagelación ( Los Sayones). Azotado en el Pretoria, te vistieron una túnica y manto de púrpura, de una sóla pieza, te pusieron en la cabeza una corona de espinas, y te maniataron a una columna cilíndrica, donde fuiste azotado por los sayones Gabiarrás y Pilón.
Por tus llagas fuimos sanados, por tu corona de espinas fuimos liberados de la ansiedad, del stress y de angustia.
El paso viviente de la Verónica. Ataviada con un vestido largo, de color blanco, con el pelo suelto y largo. Con un blanquísimo lienzo enjuga el rostro sudoroso de Cristo.
Nuestro Padre Jesús El Nazareno. Lleva a cuestas la  pesada cruz de los pecados del mundo, por la estrecha y pendiente calle de la Amargura, caminando hacia el Calvario,  sucio, sudoroso, sangrante, coronado de espinas, humillado, burlado, calumniado. Va camino de la Redención. En su trono de taracea, con su túnica de terciopelo viejo oro.
Señor de las Tres caídas. Arrodillado y descalzo, un Dios por los suelos en su tercera caída, sobre los claveles rojos, cansado, agotado, exhausto. Con esos ojos profundos, cuajados de dolor,  llegando hasta el límite de sus fuerzas. Y se levanta gracias al esfuerzo de sus jóvenes costaleras que lo reconfortan.
Cristo Crucificado. El nazareno se convierte en crucificado. Una muerte de cruz, horrorosa, terrible inhumana, por haberse declarado Rey. En la noche oscura brilla la luz del crucificado camino de su muerte que es la Victoria. Dios mío, Dios mío, como me has glorificado.
La Virgen de las Angustias. La Virgen al pie de la cruz, coge a Cristo en su regazo. Un hijo maltrecho y destrosado. La madre de Jesús en su quinta angustia, con toda la pena y el dolor  clavado en su corazón, con todo el dolor de una madre que acaba de perder a su hijo, en su soledad, sola con su dolor inmenso.
Paso viviente de Cristo Yacente. El Cristo de la sábana o Cristo de los Nicodemus.  Jesús de Nazaret es descendido de la Cruz, y es llevado camino del sepulcro por cuatro hombres, entre ellos está José de Arimatea,  Nicodemo y San Juan Evangelista.

Cristo Yacente (Los Nicodemus)
Paso viviente de la Virgen María y las Tres Marías.  La Madre de Jesús va tras el cuerpo muerto de su hijo, le acompañan en su pena Maria Magdalena, María la de Cleofás y María la hermana de Lázaro. Van a darle cristiana sepultura.
Los soldados romanos. Dando escolta al Santo Sepulcro, desfila una Decuria al mando de un Decurión, legionarios romanos de Poncio Pilato, Gobernador de Judea en tiempos del Emperador Tiberio, en el año 33 de nuestra era. Una sección de tambores y doce soldados romanos provistos de “picas”, que desfilan con paso firme, disciplinado y marcial.
El Santo Sepulcro. El sepulcro con el cuerpo de Cristo muerto, metido en una urna de cristal, en estación de penitencia. El paso de enormes dimensiones impresiona, presenta el respiradero del mismo doce capillas, donde se sitúan las tallas de los doce apóstoles, y custodiado por negros tricornios de charol.
San Juan Evangelista. El discípulo amado, fiel a su amigo y maestro. El único apóstol que estuvo valiente presenciando al pie de la cruz el sacrificio de Jesús. El que nunca traiciona.
La Virgen de los Dolores. Cargando con su dolor silencioso, callado, no compartido, meditabunda, amargada, llorosa, pero plena  de esperanza.
El Santo Sudario. Representación de la Vera Cruz. De los brazos de la cruz pende un largo sudario blanco, bordado por las hijas de la Caridad de Larache (Marruecos).
Cristo ha vencido a la muerte, y desde la Cruz nos llega su redención, su salvación y su amor. Consumado está.


(Artículo escrito en abril de 2009, y publicado posteriormente en el periódico El Valle de Lecrín).


   Nota: Este artículo fué un trabajo periodístico para el periódico, pero no estoy a favor de ningún tipo de idolatría.  Y menos como la desmedida y exharcebada cultura de la imagen que se ha formado alrededor de la Semana Santa.

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