Foto de Manuel Puerta Gutiérrez |
En Dúrcal, Perla del Valle de Lecrín,
Bajo Sierra Nevada, su encanto sin fin.
El río serpentea con gracia y fervor,
Puentes históricos cruzan con honor.
Entre naranjos y limoneros se alzan,
Testigos antiguos, puentes que abrazan.
El romano, mampostería ancestral,
Guardián del tiempo, testigo leal.
El puente de Lata, orgullo durcaleño,
Vistas que abrazan, un espectáculo lleno.
Fuentes medicinales fluyen con don,
Sus aguas alimentan, como un suave rincón.
Molinos antiguos danzan en la orilla,
Molían grano con su antigua chispa.
En el secano, almendros y olivos crecen,
Limoneros y cerezos en huertos florecen.
En la plaza del pueblo el pilar de Isabel II destaca,
Un monumento que enmarca la vida que fluye y abraza.
Jubilados en bancos, en la plaza se encuentran,
Debatiendo y parlamentando, historias entretejen.
La iglesia de la inmaculada, mudéjar y solemne,
Con su torre que al cielo, su fe enaltece.
En lo alto, la ermita de San Blas se eleva,
Juego de volúmenes, al patrón que venera.
Fuentes y pilares, como joyas esparcidos,
Un lavadero antiguo, testigo de días compartidos.
Dúrcal, tesoro del sur, en tu belleza palpita,
Valle de Lecrín, donde la historia se recita.
Poema de Miguel Ángel
Molina Palma
Foto de Manuel Puerta
Gutiérrez
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