En el Valle de Lecrín floreces,
Melegís de cal y sol ardiente,
Con naranjos y limoneros creces,
Y el susurro del río, siempre presente.
Tus calles blancas, de sombra y calma,
Recorren sueños de tiempos lejanos,
Tejiendo historias, dejando el alma
Entre murmullos de pueblos hermanos.
Eres perfume de
azahar despierto,
Eco de historias y
rezos suaves,
Y el viento lleva,
desde tu huerto,
El canto eterno de
olivares y aves.
Tus montanas te abrazan y cuidan,
Como tesoro en tierra fecunda,
Y tus campos que al sol se rinden,
Son la herencia de un legado fértil.
Melegís, rincón de vida sencilla,
Guarda tu esencia, tu magia fiel,
Que en cada piedra, en cada arcilla,
Se escribe un verso para quien vuelve a él.
Eres perfume de
azahar despierto,
Eco de historias y
rezos suaves,
Y el viento lleva,
desde tu huerto,
El canto eterno de
olivares y aves.
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