El pintor Vincent Van Gogh, que pintó más de 900 cuadros, dijo en una ocasión: “ Puedo vivir sin Dios, pero no puedo vivir sin pintar”. Y quiso Dios que en toda su vida no vendiera ningún cuadro, tuvo que vivir siempre de la caridad de su hermano Theo, se volvió loco hasta tal punto que decidió cortarse una oreja, y acabó con su vida disparándose así mismo con una escopeta mientras paseaba por el campo, lo que le llevó a dos días de agonía en los que no paró de fumar. Y fue solo al morir cuando empezaron a valer dinero sus cuadros, siendo el cuadro “los girasoles”, uno de los cuadros más caros del mundo.
Yo puedo vivir sin pintar, pero no puedo vivir sin Dios, porque lo que me da la fuerza creativa es mi creencia en lo etérico, en lo espiritual.
Y yo te pregunto Vincent Van Gogh, si puedes vivir sin Dios, ¿Por qué pintas girasoles?
En el cristianismo el girasol es símbolo de amor divino, del alma, de los pensamientos y sentimientos que ésta orienta continuamente hacia Dios; en este sentido, símbolo también de la oración.
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