26 abril 2011

Mi amigo José Luis Prat Lupiañez, me mando un correo:

Compañeros del Seminario en la nieve, Jose Luis Prat en el centro vestido de negro, año 1978


  José Luís Prat, desde Barcelona:

   Cuéntame cosas de Granada. No sabes cuánto la echo de menos...
Soy feliz porque tengo una familia que me hace feliz, porque la música cada día me devuelve a la Vida entre cinco líneas y poco más, porque sé que a pesar de lo que sé, hay Alguien ahí arriba que me llama por mi nombre cuando me tiene que llamar, y le doy las gracias por eso.
  Pero no sabes cuánto me duele estar lejos de Granada...
  ¿Sigues escribiendo? Yo compongo para mí en los ratos libres que me deja componer para otros, y a veces, casi a hurtadillas y en secreto, escribo algún poema que casi siempre y sin remedio, termina convirtiéndose en canción.
  Tengo más de veinte gatos, por ejemplo, y el deseo de seguir siendo tu amigo. Te he recordado siempre como una persona inteligente, creativa, comprensible, perseverante, inquieta, deseosa de la Vida con Mayúsculas, positiva... y sobre todo como Miguel Ángel, como mi gran amigo “El Poeta”.


Miguel Palma, contesta:

 Agradezco tus palabras amigo. Granada sigue tan preciosa como siempre, Para una persona que ha nacido entre la belleza de Cádiar, debe ser muy difícil abandonar Granada.
   Me acuerdo  de los años que juntos estudiamos en el Seminario Menor de Granada, allá por el año 1978. Me acuerdo como ya desde entonces, y mucho antes, sentías ese gran impulso por escribir poemas, y canciones para el piano y para la guitarra. Me distes una nueva visión de cómo entender la poesía. Yo escribía poemas por instinto, pero el enfoque que tu me diste sobre la poesía, me abrió los ojos a un mundo nuevo lleno de posibilidades.  Me gustaban bastante tus poemas y tus canciones, que hay que decir que eran mejores que los míos. Tú ya apuntabas dotes de niño prodigio, y supiste ver en mi mundo, y en mi sensibilidad, potenciales escondidos que me ayudaste a cultivar.
Y la gran habilidad de componer música no es un don nada desdeñable.
   Más sorprendido aún me quedé cuando me dedicaste una canción, de la que me acuerdo algunas estrofas, que aún hoy me hace que pensar. La canción decía así:

“Sigues el camino que ya deja de existir, como estelas en la mar.
¿Dónde irás?, ¿Dónde irás? , ¿Dónde irás?,
Cuándo el mundo aprenda a vivir al compás de una canción,
Volverás y amarás al compás de la libertad… etc.

   Espero que la próxima vez que te pongas en contacto conmigo me digas como seguía la canción. Gracias a Dios por todas las inmensas cualidades y dones con los que nos ha dotado. Un abrazo, tu siempre amigo.

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