Albuñuelas en el siglo XVI: Un crisol de culturas, conflictos y transformaciones
El siglo XVI fue un período de profundas transformaciones para Albuñuelas, un pequeño enclave en el Valle de Lecrín, en la provincia de Granada. Situado en un entorno privilegiado, rodeado de abundantes recursos hídricos y tierras fértiles, este territorio fue testigo de la convivencia, los conflictos y las políticas de asimilación que marcaron la transición de una sociedad mudéjar a una cristiana tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492. A través de los datos históricos disponibles, este artículo reconstruye la historia de Albuñuelas durante este siglo, destacando su organización social, económica, cultural y los eventos que culminaron en la rebelión morisca, la expulsión y la posterior repoblación.
Contexto histórico: De los mudéjares a los moriscos
Tras la conquista de Granada, el Reino de Castilla impuso una serie de medidas para consolidar su dominio en los territorios recién incorporados. En Albuñuelas, como en otros lugares del Valle de Lecrín, la población estaba formada principalmente por mudéjares, musulmanes que vivían bajo el dominio cristiano. Sin embargo, con la Pragmática de 1502, dictada por los Reyes Católicos, se obligó a todos los mudéjares a convertirse al cristianismo, dando lugar a la categoría de "cristianos nuevos" o moriscos. Este mandato marcó un punto de inflexión en la historia de Albuñuelas, ya que supuso la transformación de las mezquitas en iglesias y de las rábitas en ermitas, así como el inicio de un proceso de aculturación forzada.
En los documentos históricos, Albuñuelas aparece mencionada en el contexto de la Bula de Erección del Arzobispado de Granada de 1504, donde se señala que el territorio formaba parte de la parroquia de Restábal, junto con otros anejos como Murchas, Lojuela, Melegís, Burnielas, Naio, Saleres y Cautih. Curiosamente, el nombre de Albuñuelas como tal no se menciona, pero sí sus principales barrios, como Burnielas, Naio y Cautih, que eran los núcleos de población más destacados. Este fenómeno refleja la organización dispersa del territorio, típico de las alquerías moriscas, donde los barrios funcionaban como unidades semiindependientes.
La Pragmática de 1516 intensificó las presiones sobre los moriscos, exhortándolos a abandonar sus trajes, usos y costumbres de manera gradual. Sin embargo, estas políticas generaron tensiones, ya que los moriscos de Albuñuelas, al igual que en otros lugares, mantenían una fuerte identidad cultural, lingüística y religiosa. La convivencia entre moriscos y cristianos viejos (los cristianos de origen no converso) fue, por tanto, compleja y marcada por desconfianzas mutuas.
Organización social y económica
En el siglo XVI, Albuñuelas era un territorio próspero, según describe el cronista Mármol Carvajal. El Valle de Lecrín, en el que se enclava, era una región rica en agua, con numerosos árboles frutales como cidros, aceitunos, morales, almeces y vides. La abundancia de ganado, pan y, sobre todo, la producción de seda de alta calidad, eran pilares de la economía local. La sericicultura, en particular, ocupaba a una gran parte de la población, que se dedicaba al cultivo de moreras y a la cría de gusanos de seda, actividades que requerían un conocimiento especializado transmitido de generación en generación.
La sociedad de Albuñuelas estaba estructurada en torno a sus barrios, cada uno con su propia dinámica. Entre los personajes destacados de la época se encuentran figuras como Zachara Momín, un apeador encargado de marcar los linderos de las propiedades, el alguacil Hernando de Azra, y el alfaquí Hamza, asociado a la mezquita de Naio, ubicada en lo que hoy se conoce como el Peñón del Bendito. Estos individuos reflejan la diversidad de roles en la comunidad morisca, que incluía desde líderes religiosos hasta funcionarios administrativos.
En 1531, se inició la construcción de una iglesia en el barrio de Burnielas (actual plaza de abajo), diseñada con tres naves separadas por arcos sobre pilares, siguiendo el modelo de la iglesia de Mondújar. Esta obra simbolizaba la cristianización del espacio, pero también fue un punto de conflicto, ya que años después, durante la rebelión morisca, sería incendiada por los monfíes, guerrilleros moriscos que resistían la opresión cristiana.
La rebelión morisca y la Guerra de las Alpujarras
Las tensiones entre moriscos y cristianos alcanzaron su punto álgido con la Pragmática de 1567, conocida como la "antimorisca", promulgada bajo el reinado de Felipe II. Esta ley prohibía a los moriscos el uso de su lengua, vestimenta, costumbres y prácticas religiosas, lo que fue percibido como un ataque directo a su identidad. La medida desató una rebelión generalizada en el Reino de Granada, conocida como la Guerra de las Alpujarras (1568-1571), en la que Albuñuelas jugó un papel significativo.
En abril de 1568, comenzaron las revueltas, y en diciembre de ese año, Aben Humeya fue proclamado rey de los moriscos en Béznar. Albuñuelas se sumó a la rebelión el 3 de enero de 1569, aunque no sin cierta reticencia inicial. El alguacil Bartolomé de Santa María intentó disuadir a la población de levantarse en armas, argumentando la imposibilidad de enfrentarse al poder de Felipe II. Sin embargo, alentados por los monfíes, los habitantes de las alquerías de Albuñuelas se rebelaron, sacaron banderas viejas, incendiaron la iglesia y saquearon la casa del cura antes de huir a la sierra.
El alcaide de Albuñuelas, conocido como Xaba, organizó un ejército y atacó Dúrcal al día siguiente, en una batalla descrita como brutal, aunque finalmente fue rechazado. A pesar de la intervención del alguacil ante el conde de Tendilla para evitar represalias, los moriscos de Albuñuelas continuaron apoyando la rebelión. En julio de 1569, derrotaron a un ejército cristiano en el camino a Guájar, y en agosto, Xaba lideró otro ataque contra Paul, que también resultó en un fracaso.
La respuesta cristiana fue contundente. Don Juan de Austria, hermano de Felipe II, ordenó un castigo ejemplar contra Albuñuelas. Antonio de Luna fue enviado a saquear los barrios, confiscar el ganado y capturar a 1500 prisioneros. Estas acciones marcaron el declive de la resistencia morisca en la zona. A finales de 1570, los habitantes de Albuñuelas fueron reunidos en la plaza frente a la iglesia y conducidos al Hospital Real de Granada, desde donde serían deportados a Córdoba y Extremadura. Este episodio marcó el fin de la presencia morisca en el pueblo.
Consecuencias y repoblación
La Guerra de las Alpujarras dejó el Valle de Lecrín en un estado de devastación. En 1572, las viviendas estaban semiderruidas, las huertas y árboles abandonados, y los molinos inutilizados. Algunas poblaciones, como Acequias, quedaron completamente despobladas. Albuñuelas no fue una excepción, y la expulsión de los moriscos dejó el pueblo casi vacío.
Para revertir esta situación, las autoridades de Granada crearon una comisión encargada de repoblar la región. Se buscó atraer colonos del norte de España, preferiblemente castellanos viejos, mayores de 30 años, casados y sin antecedentes delictivos. A los repobladores se les ofrecían viviendas y lotes de tierras de secano y regadío a cambio de una renta. Según el Archivo de Simancas, al Valle de Lecrín llegaron 883 personas, de las cuales 80 se asentaron en Albuñuelas. Aunque se esperaba que la mayoría proviniera del norte, la realidad fue diferente: pocos vinieron de Cantabria o Castilla la Mancha (46 de Valdepeñas), y la mayoría procedía de Córdoba y Jaén, tras pasar un riguroso filtro.
Entre los nuevos pobladores de Albuñuelas se encuentran apellidos como Fernández, García, Castillo, Moreno, Salazar, Quesada, Romero (de ascendencia gitana) y Durán, que marcarían la identidad del pueblo en los siglos posteriores. Sin embargo, la integración no fue fácil: algunos prosperaron, otros enfrentaron dificultades y algunos abandonaron el proyecto.
Con la repoblación, los nombres de los barrios también cambiaron para reflejar la nueva identidad cristiana. El barrio de Naio se dividió en el Barrio Alto o de San Juan y el Barrio Bajo o de Santiago; Burnielas pasó a ser el Barrio de la Iglesia o de Santa María; y Cautih se convirtió en el Barrio de San Sebastián. El barrio de Latyr, ubicado en las Paredes de los Moros, desapareció por completo, y la torre de Bayo, originalmente propiedad de un morisco llamado Miguel de Buñuelas, fue reconvertida en vivienda por los hermanos Villalon.
Conclusión
El siglo XVI fue un período de intensos cambios para Albuñuelas, marcado por la transición de una sociedad mudéjar a una cristiana, la resistencia morisca y la posterior repoblación. La riqueza económica del pueblo, basada en la seda y la agricultura, contrastaba con las tensiones sociales derivadas de las políticas de asimilación. La rebelión morisca de 1568-1571 fue un punto de inflexión que culminó en la expulsión de la población original y la llegada de nuevos colonos, sentando las bases de la Albuñuelas moderna.
A pesar de las dificultades, el legado de este siglo perdura en los nombres de los barrios, en los apellidos de las familias y en la memoria histórica de un pueblo que fue escenario de una de las páginas más convulsas de la historia de Granada. Albuñuelas en el siglo XVI es, en esencia, una historia de resiliencia, conflicto y transformación, un reflejo de los desafíos de una época en la que culturas y religiones chocaron en el corazón del Valle de Lecrín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario