La Aceituna y la Mujer en el Valle de Lecrín: Un Legado de Trabajo, Cultura y Resiliencia a Través de la Historia
El Valle de Lecrín, conocido como el "Valle de la Alegría", es una comarca situada al sur de la provincia de Granada, en Andalucía, España. Rodeado por la imponente Sierra Nevada y regado por un intrincado sistema de acequias de origen nazarí, este fértil territorio ha sido durante siglos un vergel de cultivos, donde el olivar ha desempeñado un papel central en la economía, la cultura y la identidad de sus habitantes. En este contexto, las mujeres del Valle de Lecrín han sido protagonistas fundamentales en la historia de la aceituna, desde su cultivo y recolección hasta su transformación en el preciado aceite de oliva virgen extra (AOVE). Este artículo explora la relación histórica entre la aceituna y la mujer en el Valle de Lecrín, destacando su labor, su resiliencia y su contribución a la configuración de esta región a lo largo del tiempo.
Orígenes del Olivar en el Valle de Lecrín: Un Legado Nazar
El cultivo del olivo en el Valle de Lecrín tiene raíces profundas que se remontan a la época romana, pero fue durante el periodo nazarí (siglos XIII-XV) cuando el olivar adquirió una importancia estructural en la economía y el paisaje de la comarca. Los musulmanes perfeccionaron los sistemas de regadío, con acequias que aún hoy riegan los bancales escalonados de olivos, cítricos y otros cultivos. En este contexto, las mujeres desempeñaban roles esenciales en las tareas agrícolas, aunque los registros históricos de la época suelen invisibilizar su trabajo. Los Libros de Apeo y Repartimiento, documentos que detallan la distribución de tierras tras la conquista cristiana, muestran que algunas mujeres eran propietarias de pequeñas parcelas de olivar, lo que indica su participación activa en la economía agraria, aunque a menudo bajo la tutela de estructuras patriarcales.
La almazara de Las Laerillas, en Nigüelas, es un testimonio vivo de esta herencia medieval. Construida entre los siglos XII y XIV, esta almazara nazarí, una de las más antiguas de España, refleja la sofisticación tecnológica de la época para la producción de aceite. Aunque los documentos no especifican el papel de las mujeres en estas almazaras, es razonable suponer que participaban en tareas como el acarreo de aceitunas, la limpieza de los trojes (compartimentos para almacenar aceitunas) y la asistencia en el prensado, labores que requerían destreza y conocimiento del proceso.
La Mujer en la Economía Olivarera: Siglos XVI-XIX
Tras la conquista cristiana de Granada en 1492, el Valle de Lecrín experimentó cambios significativos en su estructura social y económica. La expulsión de los moriscos en el siglo XVII alteró la demografía de la comarca, pero el cultivo del olivo continuó siendo un pilar económico. Durante este periodo, las mujeres del Valle, especialmente las de clases trabajadoras, se convirtieron en la columna vertebral de las labores agrícolas, incluyendo la recolección de aceitunas.
El Catastro de Ensenada (siglo XVIII) ofrece una visión detallada de la estructura socioeconómica del Valle de Lecrín y revela que un 18,6% de los hogares estaban encabezados por mujeres, muchas de las cuales dependían de la agricultura, incluido el olivar, para su subsistencia. Estas mujeres, viudas o solteras en su mayoría, gestionaban pequeñas parcelas de olivos y participaban en la recolección y producción de aceite, a menudo en condiciones de gran precariedad económica. Su trabajo no solo aseguraba la supervivencia de sus familias, sino que también contribuía a la economía local, aunque su labor seguía siendo poco reconocida en los registros oficiales.
Un caso excepcional de este periodo es María Zayas, una figura destacada en Nigüelas durante el siglo XIX y principios del XX. Propietaria de la Casa Zayas, un palacio señorial vinculado a la explotación del olivar, María fue una mujer independiente que gestionó su vasta fortuna con un enfoque solidario. Sus donativos a instituciones benéficas y su compromiso político, incluyendo su participación en las primeras elecciones en las que las mujeres pudieron votar (1933 y 1936), la convierten en un símbolo de la influencia femenina en la economía y la sociedad del Valle. La Casa Zayas, con su huerta y jardín, refleja la importancia del olivar como base de la riqueza de la élite local, en la que mujeres como María jugaron un papel clave.
El Siglo XX: Mujeres Temporeras y la Modernización del Olivar
El siglo XX marcó un punto de inflexión en la relación entre las mujeres y la aceituna en el Valle de Lecrín. La recolección de aceitunas, junto con otros cultivos como la uva y la almendra, se convirtió en una actividad predominantemente femenina en muchos pueblos de la comarca. Las temporeras, mujeres de localidades como Albuñuelas, Cónchar, Cozvíjar o Nigüelas, trabajaban incansablemente en los olivares, demostrando una habilidad y dedicación que eran altamente valoradas por los propietarios de las fincas.
Un artículo de 2008 describe a estas mujeres en el contexto de la vendimia, pero sus palabras resuenan también con su labor en el olivar: "Ahora viéndolas allí haciendo su labor con tanta energía, con tanta habilidad, da la impresión de que son mujeres como aquellas las que sostienen el mundo". Estas temporeras, muchas de ellas con años de experiencia, combinaban el trabajo en el campo con las responsabilidades domésticas, enfrentándose a jornadas agotadoras bajo el sol o el frío. Su trabajo era esencial para la economía familiar, especialmente en un contexto de dificultades económicas, como señala Paqui, una temporera de Albuñuelas: "No lo hago por gusto ni por deporte, sino porque es un sueldo que necesita en mi casa".
A medida que avanzaba el siglo XX, la modernización de las almazaras trajo cambios en la producción de aceite. En Nigüelas, Aceites Navarro García, una empresa familiar, se trasladó en 1985 a una nueva almazara con tecnología avanzada, capaz de producir 500 toneladas diarias. Aunque la mecanización redujo la necesidad de mano de obra manual, las mujeres continuaron participando en la recolección de aceitunas de cosecha temprana, especialmente para el AOVE Verde, un producto estrella de la comarca. Este aceite, elaborado con aceitunas picual recolectadas antes de su madurez completa, requiere una recolección meticulosa, en la que las mujeres han destacado por su cuidado y precisión.
El Siglo XXI: Reconocimiento y Nuevos Horizontes
En el siglo XXI, el Valle de Lecrín ha consolidado su reputación como productor de aceites de oliva de alta calidad, con reconocimientos como la medalla de oro obtenida por Aceites Navarro García en los International Awards VIRTUS de 2021. Las mujeres han seguido siendo parte integral de este éxito, no solo en el campo, sino también en roles de gestión y promoción. La Jornada de la Mujer en el Medio Rural, celebrada anualmente en Dúrcal, destaca la contribución de las mujeres a la agricultura y al turismo rural, sectores clave para la comarca. Estas jornadas, junto con iniciativas como las Jornadas Gastronómicas "La Huella Mozárabe", subrayan el papel de las mujeres en la preservación de la cultura culinaria y agrícola del Valle.
Además, el turismo rural ha abierto nuevas oportunidades para las mujeres del Valle. Empresas como Valley Boutique Clinic, liderada por la doctora Carmen Gallego, combinan la promoción del patrimonio natural y cultural del Valle con proyectos innovadores, como tratamientos estéticos en un entorno rural. Estas iniciativas reflejan cómo las mujeres están diversificando su contribución al desarrollo de la comarca, conectando la tradición del olivar con nuevas formas de emprendimiento.
La Mujer y la Aceituna: Un Símbolo de Resiliencia
A lo largo de la historia, las mujeres del Valle de Lecrín han demostrado una resiliencia extraordinaria en su relación con la aceituna. Desde las propietarias de tierras en la época nazarí hasta las temporeras del siglo XX y las emprendedoras del siglo XXI, su trabajo ha sido esencial para la economía y la identidad de la comarca. A pesar de los desafíos históricos, como la invisibilidad en los registros, la precariedad económica y las demandas del trabajo doméstico, las mujeres han sabido adaptarse y prosperar, dejando una huella imborrable en el paisaje olivarero del Valle.
Hoy, el Valle de Lecrín sigue siendo un testimonio vivo de esta relación. Los olivares en bancales, las acequias nazaríes y almazaras como Las Laerillas son recordatorios de un legado en el que las mujeres han sido protagonistas silenciosas pero indispensables. Como dice María Pimientos, organizadora de las Jornadas Gastronómicas, el sabor del Valle es "a naturaleza, a antiguo", un sabor que las mujeres han ayudado a preservar y enriquecer a través de los siglos.
Conclusión
La historia de la aceituna y la mujer en el Valle de Lecrín es una narrativa de trabajo arduo, creatividad y conexión profunda con la tierra. Desde los sistemas de regadío nazaríes hasta las modernas almazaras, las mujeres han sido el corazón de esta tradición, moldeando el paisaje, la economía y la cultura de la comarca. Su legado es un recordatorio de que, detrás de cada botella de AOVE, hay historias de esfuerzo, sacrificio y orgullo que merecen ser contadas y celebradas. En el Valle de la Alegría, la aceituna no solo es un fruto, sino un símbolo de la fuerza y la resiliencia de sus mujeres a lo largo de la historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario