La huella imborrable de Antonio García Martín en Chite (1895-1969)
Hoy queremos rendir homenaje a un hombre que dejó una marca imborrable en la historia de Chite: Don Antonio García Martín, conocido cariñosamente como "su maestro". Este apasionado educador llegó al pueblo el 3 de marzo de 1919 y, con su dedicación y amor por la enseñanza, transformó la vida de generaciones enteras.
Cuando Antonio llegó a Chite, se encontró con un local ruinoso en los bajos del antiguo ayuntamiento, donde la humedad y la falta de luz dificultaban las clases. Lejos de rendirse, puso todo su empeño en construir una nueva escuela digna para sus alumnos. Gracias a su ingenio y esfuerzo, consiguió un solar en la Era Alta de Chite, donde antes estaban las eras comunales, y movilizó a toda la comunidad para hacer realidad su sueño. Desde una suscripción popular que llegó hasta el rey Alfonso XIII hasta la generosa donación del médico Jesús Castillo, quien aportó 120 palos para el tejado, Antonio logró que el 26 de mayo de 1927 la nueva escuela abriera sus puertas. Este edificio, que hoy conocemos como el Centro Cultural de Chite, fue el hogar de 37 niños y 20 niñas que asistieron regularmente a sus lecciones.
Pero su legado no se detuvo ahí. Antonio era un maestro innovador: basaba sus clases en el estudio de la naturaleza, enseñando a sus alumnos a cuidar colmenas, gusanos de seda y un pequeño huerto escolar. Él mismo plantó morales en el patio del colegio para que los niños tuvieran hojas para sus gusanos, fomentando el aprendizaje práctico y cooperativo. Además, escribió obras como España y La escuela única, esta última influenciada por Isidore Poiry y Fernando Giner de los Ríos, donde abogaba por una educación gratuita para todos, basada en el amor al prójimo, la vocación y la honradez.
La construcción de la escuela también transformó el pueblo: el barrio Alto se desplazó hacia la carretera, y poco a poco se fueron construyendo casas alrededor del nuevo edificio, dando forma a una calle que creció con el tiempo. Décadas después, en 1969, se levantaron unas nuevas escuelas de ladrillo, pero a finales de los años 90 del siglo XX estas dejaron de utilizarse, y los alumnos pasaron al centro de Talará.
Antonio García Martín no solo construyó una escuela, sino que sembró los cimientos de una comunidad más unida y educada. Su espíritu sigue vivo en Chite, en cada rincón del Centro Cultural y en la memoria de quienes lo conocieron.
¿Qué recuerdos tienes de las escuelas de Chite o de maestros que dejaron huella en tu vida? ¡Compártelos con nosotros!
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