🌿 Manuel Vílchez Terrón: El Eremita de Dúrcal, una vida de fe y entrega 🙏
Manuel Vílchez Terrón (1935-2020), conocido como el “cura de la sierra” de Dúrcal, Granada, fue un sacerdote y ermitaño cuya vida estuvo marcada por la humildad, la espiritualidad y un compromiso inquebrantable con los más necesitados. Su trayectoria, desde una infancia humilde hasta su misión pastoral, es un testimonio de amor, sacrificio y conexión con la naturaleza y la fe.
A continuación, exploramos en profundidad su infancia, adolescencia, la trágica pérdida de su hermano, su vida en la sierra y su misión como sacerdote, enriqueciendo el relato con detalles que reflejan su esencia. 🌄
🌱 Infancia y adolescencia: Raíces humildes en Dúrcal
Manuel Vílchez nació el 3 de agosto de 1935 en una modesta familia campesina en Dúrcal. Creció en la calle Memoria, número 37, en una casa sencilla con una habitación abajo y un espacio en el alto donde todos dormían en el suelo, bajo un tejado de cañas con un agujero para ventilación.
Era el menor de cinco hermanos: Diego, Angustias, José, Francisco y él mismo. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y la adversidad, especialmente tras la muerte de su padre en 1939, cuando Manuel tenía apenas 4 años.
Este suceso dejó a su madre viuda con cinco hijos, enfrentándose a la dureza de la posguerra española. La familia dependía de un pequeño terreno en la sierra, donde sembraban patatas, trigo y hortalizas para sobrevivir, vendiendo los jamones de la matanza para comprar ropa y otras necesidades. 🌾
A pesar de las dificultades, Manuel recordaba momentos de alegría en su infancia, como compartir una naranja entre los hermanos, rifando el “casco de la reina” (la parte más codiciada) para decidir quién se lo comía.
Asistió a una especie de guardería con doña Carmen y luego a las escuelas hasta los 14 años, edad en la que los niños pobres comenzaban a trabajar en el campo, mientras los más pudientes podían estudiar en Granada.
Su adolescencia estuvo profundamente ligada a la sierra, donde él y su hermano Diego subían para cultivar y recolectar, enfrentándose a temores nocturnos en la choza y a la presencia de los maquis, grupos antifranquistas que se escondían en las montañas. Estos años forjaron en Manuel un carácter resiliente y una conexión espiritual con la naturaleza. 🌲
😢 La trágica pérdida de su hermano Francisco
Uno de los episodios más dolorosos de la vida de Manuel fue la muerte de su hermano Francisco, ocurrida en la sierra de Dúrcal. Según su propio testimonio, Francisco estaba en una choza con un primo cuando, por causas desconocidas, esta se incendió.
Francisco quedó atrapado en el fuego, sufriendo graves quemaduras. Aunque lograron bajarlo de la sierra, no pudieron salvarlo, y falleció 24 horas después a causa de las heridas. Este trágico evento marcó un punto de inflexión para la familia, fortaleciendo el vínculo entre los hermanos y profundizando el sufrimiento compartido.
Manuel relató cómo, tras la muerte de Francisco, todos los niños del grupo Tarcisios asistieron al entierro, y su madre, agradecida, los besó uno por uno. Este dolor se sumó a la pérdida de su padre y a la enfermedad tuberculosa de su madre, que era cuidada por su hermana Angustias en el pueblo. 💔
La muerte de Francisco tuvo un impacto duradero en Manuel. Él y Diego, al subir a la sierra, recordaban con dolor el lugar donde ocurrió la tragedia, prometiendo nunca olvidarlo. Este suceso reforzó en Manuel su empatía hacia el sufrimiento ajeno y su vocación de ayudar a los demás, un rasgo que definiría su labor como sacerdote. La pérdida de su hermano, junto con las dificultades de la posguerra, moldeó su perspectiva de vida, orientándolo hacia un camino de servicio y espiritualidad.
🏞️ Vida en la sierra: Un refugio espiritual
En su juventud, Manuel encontró en la sierra de Dúrcal un refugio espiritual y un lugar para servir a los demás. Tras ordenarse sacerdote en torno a 1960, a los 25 años, se vinculó a la comunidad OFORS (Obra de Formación Religiosa y Social) en Barcelona, dedicada a ayudar a personas con adicciones y marginadas.
En 1973, trasladó esta misión a Dúrcal, estableciéndose en una finca en la sierra. A partir del año 2000, adoptó plenamente la vida de ermitaño, dedicándose a la oración contemplativa y al trabajo manual bajo el lema “ora et labora” (reza y trabaja). Vivía de manera austera, cultivando un huerto y manteniendo una existencia sencilla en armonía con la naturaleza. 🌿
En su finca, Manuel fundó un **centro de rehabilitación para personas con adicciones**, un proyecto pionero que ayudó a más de 400 personas a lo largo de los años. Acogía a drogadictos, alcohólicos y personas en situación de exclusión, ofreciéndoles refugio, ropa, comida y, sobre todo, amor incondicional.
Su enfoque no era solo práctico, sino profundamente humano: veía en cada persona una oportunidad de redención. Un testimonio de alguien que lo conoció lo describe así: “Manuel Vílchez me sacó de la más profunda desesperación y de una vida de perdición. Ha sido un padre para mí, con un amor incondicional y ese cariño que nunca había sentido”. 😇
✝️ Misión como sacerdote: Un legado de amor y servicio
Como sacerdote, Manuel sirvió en numerosos pueblos de La Alpujarra y el Valle de Lecrín, incluyendo Órgiva, Trevélez, Busquístar, Rubite, Cáñar, Carataunas, Bayacas, Cerro Negro, Tablones y Las Barreras. Su predicación era sencilla pero poderosa, con una capacidad única para transmitir la palabra de Dios y conmover a los fieles. Oficiaba misas con devoción y compartía su hogar con los necesitados, convirtiendo su finca en un refugio para los desamparados.
Su libro Hermano Cerezo, dedicado a un cerezo de su finca, recoge poesías y reflexiones que reflejan su sensibilidad y su amor por la creación.
📖 En él, Manuel expresó su espiritualidad a través de la belleza de lo cotidiano, celebrando la simplicidad y la presencia divina en la naturaleza.
Manuel no solo se dedicó a la oración y la liturgia; su misión fue eminentemente práctica. Acogía a desconocidos, les proporcionaba lo necesario y los guiaba hacia la recuperación.
Su hermana Angustias fue una compañera constante en esta labor, ayudándolo en las tareas diarias y en el cuidado de los necesitados.
En sus últimos años, Manuel sirvió en la parroquia de Órgiva, colaborando con otros sacerdotes como Manuel España y David Salcedo. A pesar de su edad, su compromiso no disminuyó, aunque su salud lo llevó a residir en la residencia de mayores de Lanjarón y, posteriormente, en otra en Granada, para estar cerca de Angustias.
Su muerte el 24 de noviembre de 2020, a causa del coronavirus, marcó el fin de una vida dedicada al servicio, pero su legado sigue vivo en Dúrcal y más allá. 🕯️
🌟 Un hombre de fe y humanidad
Manuel Vílchez Terrón fue un sacerdote, ermitaño y poeta que transformó el dolor personal en un compromiso inquebrantable con los demás. La pérdida de su padre a los 4 años y de su hermano Francisco en un trágico incendio en la sierra moldearon su empatía y su vocación. Su vida en la sierra, su centro de rehabilitación y su libro *Hermano Cerezo* son legados tangibles, pero su verdadero impacto está en las vidas que tocó con su bondad, su sonrisa y su fe inquebrantable. Como dijo un vecino: “Siempre le recordaré con esa sonrisa y generosidad que me entregó”. 😊
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