25 abril 2025

Albuñuelas en el siglo XVIII

 


Albuñuelas en el siglo XVIII: Un retrato de un pueblo rural andaluz


En el corazón del Valle de Lecrín (Granada), Albuñuelas era en el siglo XVIII un próspero pueblo rural, definido por su fertilidad, economía agraria y una marcada jerarquía social liderada por el clero y grandes hacendados. Basado en el Catastro del Marqués de la Ensenada (1750s) y el Diccionario Histórico Geográfico de Tomás López, este artículo ofrece una mirada a la vida en Albuñuelas, desde su actividad económica hasta su estructura social y religiosa. 


Contexto histórico


En el siglo XVIII, las reformas borbónicas y la Ilustración impulsaron proyectos como el Catastro, un detallado registro de propiedades y riquezas, y el Diccionario de López, que buscaba describir la geografía e historia de España. Aunque el Diccionario subestima la población de Albuñuelas (350 vecinos, ~1.400-1.750 personas, frente a los ~2.000 reales), ambos documentos revelan un pueblo de jurisdicción realenga, libre de señoríos, con una economía vibrante y un fuerte peso eclesiástico. 


Economía: Agricultura e industria


Albuñuelas destacaba por su terreno fértil y las aguas del río Albuñuelas, ideales para la agricultura. El olivar era el pilar económico, produciendo aceite de alta calidad en tres molinos propiedad de Antonio de Zafra (presbítero), Joseph Ximénez (cura) y Joseph Recalde.  También se cultivaban trigo, cebada, centeno y maíz, procesados en tres molinos harineros de Antonio Pinto, Antonio Perea y los herederos de Antonio del Castillo. 


Un batán, arrendado por 200 reales al año a Esteban Fernández, procesaba paños y mantas, evidenciando una pequeña industria textil. La ganadería, especialmente caprina, era clave: Antonio de Zafra poseía 2.000 cabezas de ganado, generando leche, queso y pieles.  Estos recursos hacían de Albuñuelas un centro económico en el Lecrín.


Estructura social: Clero, hacendados y pueblo


La sociedad estaba estratificada, con el clero en la cima. Cuatro clérigos —Francisco García Muñoz (subdiácono), Antonio de Zafra, José Jiménez y Diego Gutiérrez— junto a nueve dependientes, formaban un grupo influyente de 12 personas. Vivían en la prestigiosa Calle Real, desde la casa del barbero hasta la Plaza de Abajo, en casas amplias y céntricas. 


Zafra, por ejemplo, tenía dos viviendas: una alquilada en la Plaza de Abajo (7 varas de fachada) y su residencia junto al palacio (4x15 varas). Jiménez poseía una casa de 15x19 varas en Calle Real. Además, controlaban tierras, molinos y ganados, y recibían rentas de cofradías, capellanías y propiedades conventuales. El resto de la población, dispersa en otros barrios, incluía agricultores, artesanos y pastores que sostenían la economía. 


Vida religiosa y cultural


La religión era central. La iglesia parroquial del Salvador, en la plaza, era el núcleo espiritual, junto a un convento franciscano (Nuestra Señora de las Angustias) y una ermita a San Sebastián. Estas instituciones acogían misas, festivales y actividades de cofradías, fortaleciendo la comunidad.  Albuñuelas también se enorgullecía de figuras como Francisco Perea y Porras, arzobispo de Granada, y sus hermanos, ligados a la élite eclesiástica.


Paisaje y patrimonio


El clima saludable y las tierras irrigadas por el río sustentaban la economía. Un torreón de origen nazarí, en ruinas, conectaba al pueblo con su pasado islámico. La Calle Real y la Plaza de Abajo, con las casas del clero, eran el corazón urbano, mientras otros barrios albergaban al pueblo llano.  El Diccionario menciona conchas de ostiones fósiles, un detalle geológico curioso.


Limitaciones de las fuentes


El Catastro detalla la élite, pero ofrece menos sobre el pueblo llano. El Diccionario, basado en un cuestionario del cura, subestima la población y se centra en el barrio de la iglesia. Aun así, ambos confirman la prosperidad de Albuñuelas y el poder del clero. 


Conclusión


Albuñuelas en el siglo XVIII era un reflejo de la Andalucía rural: un pueblo fértil, con una economía basada en aceite, cereales y textiles, y una sociedad dominada por el clero. Sus iglesias, conventos y torreón nazarí daban carácter a un lugar donde tradición e Ilustración se entrelazaban. Hoy, Albuñuelas conserva ecos de este pasado vibrante.

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