Chite
Amigos os cuento ahora una historia inspirada en los molinos moriscos de Chite, como el Molino de los Aguilera o el Molino de la Inquisición.
Más concretamente con los molinos de sangre, donde las bestias tiraban de la piedra, o de agua, alimentados por las acequias antiguas que los moriscos diseñaron con una precisión que aún hoy asombra.
Esta historia está ambientada en el tiempo en que los moriscos aún vivían en Chite, justo antes de su expulsión definitiva a principios del siglo XVII. Tiene tono de leyenda, pero también de homenaje.
“Los tres golpes del
molino”
Chite, año 1606
Cuando los moriscos de Chite aún vivían en sus casas de barro y cal,
y las noches se encendían con candiles de aceite,
existía un molino en la linde del barranco,
oculto entre olivos y almendros.
Lo llamaban “el molino del agua dormida”,
porque no se oía correr el agua…
y sin embargo, la piedra giraba.
Lenta. Constante.
Decían que había sido construido por Ali ibn Yahya,
un molinero sabio que conocía el secreto de las acequias subterráneas.
Por eso, aunque en verano el cauce se secaba,
su molino seguía vivo.
Cada noche, Ali golpeaba la piedra tres veces con una vara de olivo.
Y al tercer golpe,
la piedra comenzaba a girar sola.
Sin agua.
Sin bestia.
Solo con la fuerza de lo invisible.
Muchos decían que era brujería.
Pero Ali respondía:
—“Esto no es magia.
Es memoria.
El agua que no ves sigue fluyendo…
igual que lo que no puedes decir.”
Cuando llegaron los soldados cristianos a expulsar a los moriscos del pueblo,
quisieron requisar el molino.
Pero nadie supo hacerlo girar.
Lo golpearon con palas, con martillos, con maldiciones.
Pero la piedra no se movió.
Ni una vuelta.
Ali se fue en silencio.
Antes de cruzar la última curva del barranco,
se giró y dijo:
—“Cuando alguien escuche el agua dormida…
volverá a moler la historia.”
Hoy, las piedras del molino siguen allí.
Cubiertas de musgo.
Dormidas.
Pero si algún día, de madrugada, oyes tres golpes secos en el aire,
y un leve murmullo que viene del suelo…
quizá sea el molino recordando cómo giraba sin agua.
Solo con alma.
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