El Nacoz (Nazcoz) de Nigüelas: El Caudillo Morisco que Desafió a un Imperio
Este caudillo morisco, apodado "El Campana", y su rival, Pedro de Vílches "Pie de Palo", protagonizaron una saga de astucia, resistencia y valentía en el Valle de Lecrín.
¡Acompáñanos a descubrir la historia completa de este legendario personaje de Nigüelas!
Un Monfí en las Sierras del Valle de Lecrín
Antes de que estallara la rebelión, Nazcoz ya era una figura temida y respetada. Vivía en Nigüelas, un pueblo morisco del Valle de Lecrín, y era un monfí, un bandolero que desafiaba a las autoridades cristianas atacando caminos y escondiéndose en las sierras. Su apodo, "El Campana", podría venir de su habilidad para alertar a su gente o liderar con autoridad, como el tañido de una campana. En 1567, cuando los moriscos comenzaron a planear un levantamiento contra las duras leyes de Felipe II, que les prohibían su lengua, vestimenta y costumbres, Nazcoz se unió a la conjura, preparando el terreno para la lucha.
Un Caudillo en la Rebelión de las Alpujarras
Cuando la rebelión estalló en diciembre de 1568, liderada por Aben Humeya, Nazcoz se convirtió en un caudillo clave en el Valle de Lecrín. Según Mármol Carvajal, este morisco conocía cada sendero, barranco y cueva, lo que lo hacía casi imposible de atrapar.
Sus hazañas incluyeron:
Cortar las comunicaciones: Nazcoz organizó emboscadas para bloquear las rutas cristianas entre Granada y Órgiva, aislando a las tropas enemigas.
El saqueo de Padul (1569): Lideró un ataque relámpago contra Padul, sembrando el caos y consiguiendo recursos para los rebeldes.
La emboscada de Acequias-Lanjarón: En un barranco entre Acequias y Lanjarón, Nazcoz participó en un ataque que acabó con más de 200 soldados cristianos, liderados por el capitán Chaves.
Sus tácticas de guerrilla y su elusividad lo convirtieron en una pesadilla para los cristianos, pero también en un símbolo de esperanza para los moriscos.
El duelo con Pedro de Vílches "Pie de Palo"
Enfrente de Nazcoz estaba Pedro de Vílches, un cristiano viejo de Nigüelas apodado "Pie de Palo" por su prótesis de madera. Vílches, tan conocedor del terreno como Nazcoz, fue elegido por don Juan de Austria, el comandante cristiano, para capturar al caudillo morisco. Mármol Carvajal narra cómo Vílches guio a las tropas por los caminos escarpados de Albuñuelas, intentando tender una emboscada a Nazcoz. A pesar de su valentía, Nazcoz escapó, demostrando una vez más su astucia.
Vílches también capturó un correo morisco cerca de Acequias, obteniendo información crucial para los cristianos, lo que intensificó la rivalidad entre estos dos maestros del terreno.
¿Qué pasó con Nazcoz? Un final envuelto en misterio
El destino de Nazcoz es uno de los puntos más intrigantes de su historia. Según Mármol Carvajal, tras la derrota morisca en 1571, Nazcoz huyó a Berbería (norte de África) con su familia, escapando de la represión cristiana que deportó a miles de moriscos a Castilla.
Sin embargo, en el Valle de Lecrín, algunos relatos locales sugieren que fue capturado y ejecutado, quizás confundido con otros líderes como Aben Aboo, asesinado en 1571.
¿Podrían las tradiciones de Nigüelas o Albuñuelas guardar un final diferente? ¿O es Nazcoz un héroe que vivió para contar su historia en tierras lejanas?
Un símbolo del Valle de Lecrín
La historia de Nazcoz no termina con la rebelión. En Nigüelas, su nombre resuena en las sierras, barrancos y caminos que recorrió. Leyendas locales hablan de cuevas donde se escondía, ataques nocturnos que lideró, o incluso enfrentamientos cara a cara con Vílches. Su apodo, "El Campana", y su papel como monfí y caudillo lo han convertido en un símbolo de resistencia morisca, mientras que Vílches representa la determinación cristiana. Juntos, encarnan el choque de dos mundos en un conflicto que marcó Granada para siempre.
Aclaración sobre su nombre
Gracias a nuestros lectores por señalar que Mármol Carvajal llama a este caudillo Nazcoz. En la tradición local, se le conoce como El Nacoz, una variante que refleja cómo su historia ha evolucionado en el Valle de Lecrín. Ambas formas son correctas, dependiendo de si seguimos la crónica o el folclore.
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