Historia del Pueblo de Béznar (Granada):
Desde sus Orígenes hasta la Actualidad
Béznar, una pequeña localidad situada en el municipio de Lecrín, en la provincia de Granada, Andalucía, es un enclave con una rica historia que abarca siglos de transformaciones culturales, sociales y económicas. Ubicado en la parte suroriental del Valle de Lecrín, a los pies de Sierra Nevada y junto al embalse que lleva su nombre, Béznar ha sido testigo de acontecimientos históricos significativos, desde la época medieval hasta el presente. Este artículo recorre su evolución, destacando los hitos que han marcado su identidad.
Orígenes y Época Medieval
Los orígenes de Béznar se remontan a tiempos antiguos, aunque la falta de registros arqueológicos precisos dificulta determinar con exactitud su fundación. Como parte del Valle de Lecrín, Béznar se encuentra en una región que, durante la Antigüedad, estuvo influenciada por las tribus ibéricas, como los túrdulos, quienes poblaron la zona de Granada y fundaron asentamientos como Ilíberis (actual Granada). Sin embargo, no hay evidencia directa de que Béznar existiera como núcleo poblacional en esa época.
Durante la dominación musulmana de la península ibérica (siglos VIII-XV), Béznar comenzó a tomar forma como una alquería, un tipo de asentamiento rural típico de Al-Ándalus. Su ubicación estratégica en el Valle de Lecrín, una fértil comarca dedicada al cultivo de cítricos, olivos y almendros, favoreció su desarrollo agrícola. La economía de las alquerías como Béznar en el siglo XV estaba vinculada a los centros religiosos, y documentos de la época, como los Estudios sobre Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, muestran que Béznar ya tenía una relevancia económica en 1502.
Uno de los episodios más destacados de la historia medieval de Béznar ocurrió durante la rebelión morisca de 1568. En este contexto, el 26 de septiembre de 1568, Fernando de Córdoba y Válor, conocido como Aben Humeya, fue coronado en Béznar como rey de los moriscos sublevados contra las imposiciones de la corona española. Este acto, descrito en la obra Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada de Luís del Mármol Carvajal, marcó a Béznar como un lugar clave en la resistencia morisca. La rebelión, sin embargo, fue sofocada, y el Valle de Lecrín, incluido Béznar, fue escenario de cruentas batallas, como la que tuvo lugar en el puente de Tablate en 1569.
Época Moderna: Siglos XVI-XVIII
Tras la Reconquista y la represión de los moriscos, Béznar experimentó cambios significativos. La población morisca fue en gran parte expulsada o cristianizada, y el pueblo fue repoblado con colonos cristianos. Durante el siglo XVI, se construyó la iglesia de Santa María la Mayor (entre 1525 y 1530), un edificio de estilo gótico-mudéjar que aún hoy es un símbolo del patrimonio local. Esta iglesia, consagrada tras una epidemia a mediados del siglo XVI, refleja la transición cultural y religiosa de la zona.
En esta época, Béznar también se consolidó como un centro agrícola. Los cultivos de naranjos, limoneros, olivos y almendros dominaban el paisaje, y la localidad prosperó gracias a su ubicación en una ruta comercial que conectaba Granada con la costa mediterránea. El puente viejo de Béznar, construido probablemente a finales del siglo XVI o principios del XVII, y el puente nuevo, erigido en 1859, facilitaron estas comunicaciones.
Uno de los elementos más distintivos de la historia de Béznar es el origen de la Hermandad de los Mosqueteros del Santísimo Sacramento, cuya tradición se remonta a 1571. Según la tradición, tras la sublevación morisca, un grupo de monfíes robó el Santísimo Sacramento, y una milicia local, liderada por Don Juan de Austria, lo recuperó. Como reconocimiento, se formó la Hermandad, cuyos miembros recibieron el privilegio de portar uniformes y mosquetes. Esta tradición, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) de Andalucía, sigue siendo una de las señas de identidad de Béznar, celebrada cada septiembre en las fiestas patronales en honor a San Antón.
Siglo XIX: Transformaciones y Modernización
El siglo XIX trajo consigo cambios estructurales para Béznar. La localidad, que había sido un municipio independiente hasta 1973, comenzó a integrarse administrativamente con otras poblaciones del Valle de Lecrín. En 1967, los municipios de Acequias, Chite, Mondújar, Murchas y Talará se fusionaron para formar el municipio de Lecrín, con Talará como capital. Seis años después, Béznar y su pedanía, Peloteos, se incorporaron a esta estructura.
Durante este siglo, Béznar mantuvo su economía agraria, con un fuerte énfasis en los cítricos, que se convirtieron en un símbolo de la localidad. La Casa Grande, una residencia de la burguesía granadina de finales del siglo XIX, y el Pósito de grano de 1789, que sirvió como ayuntamiento, son testimonios de la prosperidad de la época. Además, la construcción del embalse de Béznar, iniciada en 1977 y finalizada en 1985, marcó un hito en la modernización de la región, aunque tuvo un costo: el barrio bajo de Béznar quedó inundado, lo que obligó a reubicar a sus habitantes en el nuevo barrio de Peloteos.
Siglo XX: Retos y Tradiciones
El siglo XX fue un período de retos y adaptación para Béznar. La emigración rural, un fenómeno común en muchas zonas de Andalucía, afectó a la localidad, reduciendo su población. En 2006, Béznar tenía 258 habitantes, y en 2018, esta cifra se mantenía en 256, con una economía aún basada en el sector primario.
A pesar de estos desafíos, Béznar preservó sus tradiciones. La fiesta de los Mosqueteros del Santísimo Sacramento continuó siendo el evento más importante del año, atrayendo a visitantes de toda la provincia. Durante las fiestas patronales, celebradas el primer o segundo fin de semana de septiembre, los mosqueteros recorren las calles disparando sus arcabuces, ataviados con trajes coloridos y sombreros adornados con flores. Este ritual, que combina pólvora, música y devoción, es un reflejo de la historia y la identidad de Béznar.
Otra tradición singular es el "sepulcro de naranjas", una estructura hecha con cítricos que se instala en la iglesia durante la Semana Santa. Esta práctica, documentada desde al menos el siglo XX, simboliza la generosidad de los vecinos, que donan naranjas y limones para compartir con quienes no tienen acceso a estos frutos.
Béznar en el Siglo XXI: Turismo y Futuro
En la actualidad, Béznar es una localidad de 510 habitantes (según datos recientes), dedicada principalmente a la agricultura, con cultivos de olivos, almendros y cítricos. Su paisaje, dominado por el embalse de Béznar y los bosques de naranjos, atrae a turistas interesados en el senderismo, la pesca y los deportes acuáticos. La proximidad al Parque Natural de Sierra Nevada y a la costa granadina posiciona a Béznar como un destino atractivo para el turismo rural.
El embalse de Béznar, además de ser un punto de referencia paisajístico, desempeña un papel crucial en el riego de la Costa Granadina y el abastecimiento de agua a las poblaciones cercanas. Sin embargo, su construcción dejó una huella imborrable en la memoria colectiva, ya que la inundación del barrio bajo alteró la estructura del pueblo.
Culturalmente, Béznar sigue siendo un lugar donde las tradiciones se mantienen vivas. La ermita de la Virgen de las Angustias, construida en 1957, y la romería de la Virgen del Carmen, celebrada en julio, son ejemplos de la devoción local. Además, la localidad ha sabido adaptarse a los tiempos modernos, con iniciativas para promover su patrimonio, como la declaración de los Mosqueteros como BIC y la mejora de infraestructuras turísticas.
Conclusión
La historia de Béznar es la de un pueblo que ha sabido preservar su esencia a pesar de los cambios históricos y sociales. Desde su papel en la rebelión morisca hasta su transformación en un enclave turístico y agrícola, Béznar refleja la riqueza cultural del Valle de Lecrín. Sus tradiciones, como los Mosqueteros del Santísimo Sacramento y el sepulcro de naranjas, junto con su entorno natural, hacen de Béznar un lugar único en la provincia de Granada. En el futuro, el desafío será equilibrar la conservación de su patrimonio con el desarrollo sostenible, asegurando que las generaciones venideras puedan seguir disfrutando de su legado.
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