15 julio 2025

Historia de Padul


 Historia de Padul (Granada): Un viaje a través del tiempo


Padul, conocido como "El Padul" por sus habitantes, es un municipio situado en la comarca del Valle de Lecrín, en la provincia de Granada, Andalucía. Su ubicación estratégica, a tan solo 13 kilómetros de la capital granadina y en el cruce de caminos entre Sierra Nevada, la Costa Tropical y la Alpujarra, ha hecho de este pueblo un lugar de paso y asentamiento para numerosas culturas a lo largo de los siglos. Su nombre, derivado del latín palus-paludis (pantano o laguna), refleja la presencia de un importante humedal que ha marcado su identidad. Este artículo recorre la rica historia de Padul, desde sus orígenes prehistóricos hasta la actualidad, destacando los momentos clave que han forjado su carácter.


Orígenes prehistóricos y primeros asentamientos


La historia de Padul se remonta a tiempos prehistóricos, como lo demuestran los numerosos yacimientos arqueológicos encontrados en su término municipal. La laguna de Padul, uno de los humedales más importantes del sureste de España y catalogado como sitio Ramsar, ha sido un punto de atracción para comunidades humanas desde el Paleolítico Medio. En esta zona pantanosa, se han hallado herramientas líticas, como puntas de flecha, raederas y hachas, asociadas a la cultura musteriense, lo que sugiere la presencia de neandertales que aprovechaban los recursos de la laguna, incluyendo animales atrapados en el terreno cenagoso.

Un hito significativo fue el descubrimiento en 1982 de restos fósiles de un mamut del Pleistoceno Medio, cerca de una explotación de turba en la laguna. Estos restos, incluyendo un colmillo expuesto en el Parque de las Ciencias de Granada, han convertido a Padul en "la villa del mamut", un apodo que se refleja en la estatua de dos mamuts erigida a la entrada del pueblo. Estos hallazgos confirman que la zona era un ecosistema rico, capaz de sostener tanto fauna prehistórica como comunidades humanas tempranas.


Época romana: El nacimiento de un nombre


El nombre de Padul tiene su origen en la época romana, derivado del término latino paludem, acusativo de palus-paludis, que significa "pantano" o "laguna". Este nombre alude directamente a la laguna que dominaba el paisaje del municipio. Aunque no hay documentos que detallen la evolución exacta del término a lo largo de los siglos, se sabe que Padul fue un punto clave en la red viaria romana. Los restos de una calzada romana, que conectaba Ilíberis (actual Granada) con Sexi (Almuñécar), aún son visibles en el paraje de Los Molinos, junto a la Fuente del Mal Nombre.


La presencia de una acequia de origen romano, que abastecía de agua a la población, refuerza la importancia de Padul como un lugar estratégico. Además, se cree que el general romano Fabio Áureo Emilio descansó con sus tropas en los manantiales de Los Molinos tras la batalla de Munda, antes de partir hacia Almuñécar. Estos indicios apuntan a que Padul, aunque no era un gran núcleo urbano, desempeñaba un papel relevante como punto de paso y aprovisionamiento.


Época musulmana: Al-Badul, la prosperidad nazarí


Con la llegada de los musulmanes en el siglo VIII, Padul adquirió una nueva dimensión. Durante la invasión liderada por Táriq ibn Ziyad, se libró una batalla en el barranco de Tablate, donde los musulmanes, derrotados inicialmente por los visigodos liderados por el obispo Otogerio, se retiraron a un lugar abundante en aguas, identificado como Padul. Allí pactaron la salida de los cristianos hacia territorios no conquistados.


En la época nazarí, Padul, conocida como Al-Badul (la "B" sustituye a la "P" por la fonética árabe), se convirtió en la alquería principal del Valle de Lecrín y un pilar del abastecimiento de Granada por el sur. Las sultanas nazaríes poseían extensas tierras en el municipio, aún recordadas en el topónimo "pago de Las Sultanas". La economía de Al-Badul prosperó gracias a los cultivos de vid, olivo y morera, así como a la producción de seda y el funcionamiento de molinos de pan y aceite. Aunque el islam prohíbe el consumo de alcohol, los musulmanes de Granada destilaban alcohol para uso medicinal y comercial, una práctica que dejó términos árabes en la industria.

El cultivo de la vid era especialmente notable, con miles de hectáreas dedicadas a este fin en el Reino de Granada. En Padul, aunque el olivar no era tan predominante, se producía un aceite de alta calidad. El esparto, recolectado en grandes cantidades, también sostenía la economía local, siendo un medio de vida para muchos vecinos.


La Reconquista y la rebelión morisca


La conquista del Reino de Granada por los Reyes Católicos marcó un punto de inflexión para Padul. Tras la caída de Alhama en 1480 y una guerra de doce años, Padul fue conquistado en 1491 por el marqués de Villena, bajo el mando de Martín Pérez de Aróstegui. Muchas localidades se rindieron con condiciones favorables, permitiendo a los musulmanes conservar su religión y propiedades, pero las tensiones entre cristianos y moriscos (musulmanes convertidos al cristianismo) crecieron con el tiempo.

Durante la rebelión de los moriscos en la Alpujarra (1568-1571), Padul fue un enclave estratégico para el ejército cristiano, sirviendo como base de operaciones y punto de alistamiento. En la noche del 22 al 23 de agosto de 1569, unos 2.000 moriscos, provenientes del Valle de Lecrín, la Alpujarra y un desembarco africano, atacaron el pueblo. Los habitantes, desprotegidos fuera del castillo, sufrieron el asedio, pero el alcaide Alonso de Valdelómar organizó una defensa heroica, enviando a un escudero a pedir refuerzos a Otura y Granada, donde se encontraba Don Juan de Austria. La rebelión fue finalmente sofocada, pero dejó a Padul y la región en ruinas.

La expulsión de los moriscos entre 1609 y 1614 tuvo un impacto devastador. La población de Padul cayó de 724 habitantes en 1568 a 232 en 1587, y los cultivos y viviendas quedaron destruidos. La repoblación con cristianos viejos, principalmente de otras regiones de España, marcó el inicio de la Padul moderna. Sin embargo, la adaptación de los nuevos pobladores fue lenta, y pasaron generaciones hasta que el pueblo recuperó su estabilidad.


Edad Moderna: Reconstrucción y consolidación


Tras la expulsión morisca, Padul enfrentó una profunda crisis demográfica y económica. Los repobladores recibieron "suertes" (lotes de tierra y casas), pero las condiciones eran precarias, y muchos lucharon por sobrevivir. La Casa Grande, residencia de la familia Aróstegui, fue reconstruida en 1613 por Antonio de Aróstegui, secretario de Felipe III, sobre las ruinas de una casa fuerte destruida en 1569. Este castillo-palacio, de estilo barroco, es hoy un símbolo del patrimonio paduleño.

La iglesia de Santa María la Mayor, originalmente una mezquita, se consolidó como el centro espiritual del pueblo. Construida antes de 1540, alberga un retablo renacentista de la escuela de Pedro Machuca (mediados del siglo XVI), una pieza única en la provincia de Granada. La ermita de San Sebastián, dedicada al patrón del pueblo, data del siglo XVI, aunque el edificio actual es del siglo XVIII.


Durante los siglos XVII y XVIII, Padul sufrió varias epidemias, como la peste de 1679, que mató a 204 de sus 110 vecinos, y el cólera de 1834, con 241 víctimas. Estas tragedias obligaron a medidas extremas, como quemar enseres y pedir limosnas en otros pueblos. Sin embargo, la agricultura, centrada en el cereal, el olivar y la vid, siguió siendo la base de la economía, complementada por la ganadería y el comercio de esparto.


Siglos XIX y XX: Transformaciones y desafíos


En el siglo XIX, Padul vivió momentos de agitación. Durante la Guerra de la Independencia, el pueblo fue escenario de enfrentamientos, como la batalla de 1810, cuando el alcalde de Otívar, Juan Fernández Mañas, lideró un ataque contra las tropas francesas desde Padul. En la Primera República (1873), Padul se declaró Cantón Independiente, un gesto de autonomía que reflejaba el espíritu combativo del pueblo.

La emigración masiva de las décadas de 1950 y 1960 supuso una pérdida significativa de población, pero el retorno de muchos emigrantes en las décadas siguientes trajo una inyección económica, estimada en 7.000 millones de pesetas. Esto transformó la fisonomía de Padul, con la construcción de nuevas viviendas y la modernización del municipio.


A finales del siglo XX, un movimiento cultural liderado por escritores y profesores locales logró que el ayuntamiento recuperara oficialmente el nombre "Padul" en el año 2000, eliminando el artículo "El" en los documentos oficiales, aunque los paduleños siguen usando el nombre tradicional. En 2006, se adoptó el escudo municipal, que representa la laguna, la agricultura, la religiosidad y el castillo-palacio.


Padul en el siglo XXI: Un pueblo dinámico


Hoy, Padul es un municipio vibrante con más de 9.000 habitantes (9.436 en 2023), siendo el tercer municipio de Granada con mayor crecimiento poblacional en los últimos años. La agricultura, aunque menos dominante, sigue presente, con cultivos tradicionales como el olivar y productos artesanales como mermeladas y aceite de oliva. Sin embargo, el sector de la construcción, con canteras y fábricas de materiales, ha ganado protagonismo.

El turismo se ha convertido en un pilar económico, impulsado por la laguna de Padul, el Parque Natural de Sierra Nevada y rutas como el Sendero del Mamut. Monumentos como la iglesia de Santa María la Mayor, el castillo-palacio, la ermita de San Sebastián y la Fuente de los Cinco Caños atraen a visitantes, mientras que el "Desván de Paco", un museo etnográfico, preserva la memoria del pueblo.


Las fiestas populares, como la de San Sebastián (19-20 de enero), con sus hogueras y procesiones, y la Semana Santa, con hasta 11 cofradías desfilando el Viernes Santo, son momentos álgidos del calendario paduleño. La Feria de Ganado, la Feria de Turismo y Artesanía, y las Cruces de Mayo añaden color y vitalidad al municipio.


En el ámbito social, Padul ha enfrentado desafíos recientes, como protestas contra un proyecto de embotelladora que amenazaba los recursos hídricos del Valle de Lecrín en 2023. Además, el municipio ha trabajado en la recuperación de la memoria histórica, con exhumaciones de víctimas del franquismo en el cementerio local.


Conclusión


La historia de Padul es un reflejo de su ubicación privilegiada y su capacidad de adaptación. Desde los neandertales que cazaban en su laguna hasta los romanos que construyeron sus calzadas, pasando por la prosperidad nazarí, las convulsiones de la Reconquista y la modernización del siglo XX, Padul ha sabido preservar su esencia rural mientras abraza el dinamismo del presente. Hoy, este "tesoro botánico de Europa" combina un rico patrimonio cultural, una naturaleza excepcional y una comunidad vibrante, consolidándose como un destino imprescindible en la provincia de Granada.




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