I. En la Vega de Granada
En la Vega del alma, lamento su
danza,
donde duende y luna danzan un
compás.
En la tierra morena, susurra el
jazmín,
y en cada rincón, el cante del
flamenco.
Bajo la luna negra, el ciprés se
inclina,
testigo de secretos en la noche
gitana.
Gime el viento entre olivos, como
un lamento,
mientras el río canta la pena del
amante.
En la calleja estrecha, sombras
se abrazan,
y los claveles rojos sangran en
el patio.
La guitarra llora, desgarrada y
profunda,
como el corazón que se entrega al
destino.
Federico, en la bruma del tiempo
eterno,
tu eco resuena, poesía que no
muere.
II. Bajo la luna de Granada
Bajo la luna de Granada,
donde, los suspiros danzan,
flor de la noche encantada,
sueños en la alameda avanzan.
Gitano canta en la sombra,
llanto de guitarra perdido,
las lágrimas del alma asombra,
eco de un amor prohibido.
En la Vega, la tierra llora,
olivos susurran secretos,
la pasión en la noche aflora,
en los jardines del silencio.
Entre calles empedradas,
donde el cante se desgrana,
Federico, tu voz aclamada,
resuena en la noche gitana.
III. En la noche de pasión
En la noche de pasión y luna
clara,
donde el alma danza al compás del
viento,
susurra el corazón, en dulce
encanto,
versos que emanan del amor
sediento.
Bajo la sombra de los olivos,
donde el silencio abraza la
penumbra,
se entrelazan las almas, dos
destinos,
en un baile etéreo, como la
espuma.
Entre suspiros de la noche
estrellada,
se funden los cuerpos en un
abrazo,
como la tierra abraza a la
semilla,
nace un amor que en el alma
trazo.
Labios que se encuentran en la
penumbra,
un susurro, un secreto
compartido,
como las hojas que el viento
despeina,
se enredan dos almas, unidas,
perdidas.
Oh, amor que florece como la
flor,
En el jardín secreto del deseo,
Lorca, testigo de este romance,
Pinta con palabras el lienzo del
anhelo.
IV. Tierra sedienta de pasión
En la tierra sedienta de pasión y
cante jondo,
brotan susurros de amores como
ríos del corazón.
Bajo la luna, testigo de secretos
profundos,
se trenzan los destinos en un
baile apasionado.
En los campos de la noche,
suspiros se entrelazan,
como ramas que buscan el abrazo
de la aurora.
Laberintos de deseo se tejen
entre las sombras,
y el viento susurra versos de
amor y añoranza.
En el jardín de los amantes,
florecen rosas rojas,
guardianas de promesas que el
alma susurra.
La guitarra llora notas de un
amor eterno,
mientras el eco del tiempo enlaza
dos destinos.
Bajo el hechizo de la luna, los
amantes se encuentran,
se abrazan con fuerza en el
misterio de la noche.
Federico, en el aire, deja su
huella de poesía,
y el amor perdura en la esencia
de esta melodía.
V. Tierra de pasión ardiente
En la tierra de la pasión
ardiente,
donde la Luna danza con el
viento,
se despiertan susurros en la
noche,
bajo el manto de un amor
sediento.
Entre olivos y jazmines suspira,
un romance que el alma enreda,
laberinto de sus ojos profundos,
donde el corazón su esencia
hereda.
En Granada, donde el sol se
rinde,
se teje un lazo de fuego y
ternura,
brotan versos de la fuente
eterna,
donde el deseo enciende su
fulgura.
Bajo la sombra de los cipreses,
se funden almas, se enlazan
destinos,
como Lorca en su duende vibrante,
se revela el amor, sublime y
divino.
VI. La danza del crepúsculo
En la danza del crepúsculo,
susurra el viento gitano,
bajo la Luna llena, un amor
desengañado.
En Granada encantada, entre
sombras y desvelos,
se teje un romance eterno, en
versos y destellos.
Sus ojos, dos luceros, reflejan
el duende ardiente,
en las callejuelas estrechas, el
amor es un torrente.
Entre susurros de jazmín y pasión
que se desgrana,
el corazón late a compás, como
guitarra gitana.
Bajo la peineta de la noche, se
abrazan las almas errantes,
como poetas clandestinos, en
susurros amantes.
En los patios ocultos, florece el
sentimiento,
como claveles rojos, en un
ardiente viento.
Las fuentes murmuran secretos de
antiguos amores,
mientras las estrellas pintan
versos en los albores.
En el duelo de la ausencia, la
nostalgia se desborda,
como ríos de añoranza en la
tierra que abraza.
Así, entre guitarras y claveles
de sangre,
se escribe este poema, en el alma
que embriaga.
Federico, testigo de amores y
desvelos,
En el lienzo del tiempo, su
poesía revelo.
VII. La huerta del alma
En la huerta del alma, brotan
suspiros,
entre olivos antiguos, se esconde
el encanto.
Llanto de guitarra, lamento de
río,
en la noche estrellada, danza el
quebranto.
En la feria del corazón, bailan
las sombras,
farolillos de deseo iluminan el
sendero.
La Luna, testigo mudo de pasiones
nobles,
en el jardín del querer, florece
el misterio.
Bajo el hechizo de la luna
menguante,
susurran los cipreses secretos
del amor.
Laberinto de caricias, entreabre
el instante,
dos almas entrelazadas, danzan
con fervor.
Federico, en el viento, deja su
rastro,
versos de amor eterno, en el alma
grabados.
En el rincón de la nostalgia, se
tiñe de oro,
La esencia del querer, un poema
enlazado.
VIII. Canta el cante jondo
Bajo la luna de Granada danzan
sombras,
Entre olivos susurran secretos
nocturnos.
En el silencio del Albaicín,
se viste la noche de mantos
oscuros.
Guitarra triste, llanto en las
calles,
Canta el cante jondo, lamento profundo.
En la plaza, un eco de pasiones
antiguas,
se entreteje en la danza del
gitano vagabundo.
Cautivo en la red de la Alambra
mágica,
el alma errante se pierde en sus
muros.
Entre azahar y jazmín,
susurra el viento,
poesía escondida en cada rincón
seguro.
En el río Darro, reflejo de
estrellas,
Se bañan las penas de amores
eternos.
Federico, en la pluma de la
noche,
teje versos que laten como sueños
etéreos.
Oh, poeta de la tierra encantada,
en el corazón de Andalucía
floreces.
Tu poesía, como fuente eterna,
Se funde con el alma que en tus
versos enloqueces.
IX. Historias de amores
Bajo la luna de Granada
brillante,
donde el duende danza en el aire
vibrante.
En campos de olivos, susurran
secretos,
poesía que brota de sueños
inquietos.
Gitanos que cantan con voz
apasionada,
en noches flamencas, la pasión desatada.
La luma derrama su luz sobre el
río,
Testigo de amores, eterno
desafío.
En la Vega murmuran los vientos
antiguos,
historias de amores, de suspiros
y trigos.
Se abrazan las sombras en la
calle estrecha,
Donde el cante jondo al alma
estremezca.
Bajo el cielo andaluz, lleno de
misterio,
resuena el eco de un amor
sincero.
Federico, en la brisa, su poesía
palpita,
Un canto eterno que al corazón
imita.
X. Idilio desbocao
Bajo la luna, en noches flamencas
danzantes,
sus ojos, estrellas en cielos
morenos,
gitana de pasión, en giros
serenos,
teje hechizos con risas
resonantes.
Entre lunares y claveles amantes,
tu boca, cante jondo de desvelos,
susurra secretos como ríos
llenos,
y en cada verso, amor eterno
implantes.
Bajo el olivo, testigo callado,
nuestro idilio danza con viento y
fuego,
como jara en el aire, desbocado.
En la feria del alma, un juego
ciego,
dos almas, dos palmas, enamorado,
te canto, gitana, mi eterno
ruego.
XI. Dos almas se encuentran
En la tarde ardiente, bajo cielos
de Granada,
dos almas se encuentran, en la
danza esperada.
Susurran sus miradas, secretos
enlazados,
como ríos que cruzan, destinos
entrelazados.
Él, con ojos profundos, reflejo
de la noche,
Ella, en su mirar, estrellas que
brotan derroche.
En la plaza se cruzan, se
entrelazan sus pasos,
como hojas que danzan, al ritmo
de abrazos.
Entre sombras y luces, se teje el
romance,
Cuerpos que se buscan, en un
eterno trance.
Bajo la luna testigo, se declara
la pasión,
Como versos que se escriben, su
eterna unión.
En la Alambra susurran, los
suspiros del deseo,
como cante jondo que eleva su
anhelo.
En Granada se escribe, este poema
encantado,
donde dos almas se
encuentran, en un amor sellado.