Esta vez os traigo una nueva leyenda, diferente a la
anterior, ambientada en un lugar concreto: el Lavadero del Tío Bayo, uno de los
más antiguos del pueblo, y que aún conserva el eco de las mujeres que lavaban y
hablaban entre jabón y piedras.
“El canto bajo el
agua”
Leyenda del
Lavadero del Tío Bayo – Albuñuelas
Cuentan las vecinas más mayores que, hace muchos años,
había una mujer llamada Lucía,
que lavaba en el Lavadero del Tío Bayo todas las mañanas,
aunque no tuviera ropa sucia.
Era una mujer callada,
pero cuando se agachaba a frotar la ropa en la piedra,
cantaba con una voz tan dulce
que hasta el agua parecía detenerse a escucharla.
Decían que su canto curaba la pena.
Que si una moza tenía el corazón roto, bastaba con lavar
junto a Lucía.
Que si una mujer no podía tener hijos,
y escuchaba su canción entera sin interrumpirla, al año
siguiente traía un niño en brazos.
Nadie sabía de dónde venía Lucía.
Vivía sola, en una casa baja cerca del barranco.
No iba a misa.
No iba al baile.
Solo al lavadero.
Una mañana, dejaron de verla.
Pasaron días, semanas.
La fuente seguía manando, pero el agua ya no sonaba igual.
Y las mujeres, al lavar, decían:
—“Parece muda. Como si le faltara el canto.”
Una noche de San Juan, una niña del Barrio Alto bajó al
lavadero con su madre,
y al meter las manos en la poza, escuchó una voz que salía
del agua:
—“No he muerto. Solo canto más hondo.”
Desde entonces, cada vez que una mujer llora en silencio
junto al lavadero,
cuando nadie la ve,
la corriente le devuelve un susurro.
Un eco que no consuela,
pero acompaña.
Y si alguna vez vas al Lavadero del Tío Bayo de madrugada,
y estás en paz,
puede que oigas la canción de Lucía,
frotando el alma de quien aún lava sin decir palabra.
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