05 julio 2025

Panaderas


 🍞 PANADERAS: OFICIO DE ANTAÑO EN EL VALLE DE LECRÍN 🥖


En el corazón del Valle de Lecrín, el aroma a pan recién horneado era mucho más que un placer para los sentidos: era el latido de una tradición que unía a las comunidades. 🏞️ 

En los años 70, las panaderas y panaderos de pueblos como Padul, Dúrcal, Restábal o Nigüelas mantenían vivo un oficio artesanal que hoy evocamos con nostalgia. 


Pero, ¿cómo ha evolucionado este arte a lo largo de las décadas? 🕰️ 

¡Viajemos en el tiempo! 🚶‍♀️


Los años 70: el pan que llegaba en mulos 🦙


En la década de 1970, el Valle de Lecrín vivía al ritmo de la vida rural. Las familias amasaban el pan en casa con harina de trigo, agua, sal y masa madre, siguiendo recetas heredadas de generaciones. 🥄


 En los hornos comunales, verdaderos puntos de encuentro, las vecinas llevaban sus masas marcadas con sellos únicos para identificarlas tras la cocción en hornos de leña que alcanzaban temperaturas de hasta 450 °C. 🔥 


En cortijos aislados, los hornos familiares eran un tesoro para las familias que elaboraban hogazas densas y crujientes, perfectas para acompañar guisos y migas. 🍲


Y luego estaba el panadero ambulante, una figura icónica. En Padul, por ejemplo, se le veía llegar con su mulo cargado de serones repletos de pan, anunciando su paso con gritos o toques de corneta. 📯 

Los vecinos salían a comprar, y la compra del pan se convertía en un momento de charlas y risas. En pueblos más pequeños como Cónchar o Saleres, el reparto era similar, conectando casas dispersas por los caminos del valle. 🛤️


De los 80 a los 2000: la transición del pan artesanal 🚗


Con los años 80 y 90, la modernización llegó al Valle de Lecrín. Los mulos dieron paso a furgonetas, y las panaderías profesionales comenzaron a reemplazar a los hornos comunales, muchos de los cuales fueron abandonados. En pueblos como Dúrcal y Padul, las panaderías locales se convirtieron en el nuevo epicentro del pan, ofreciendo no solo hogazas rústicas, sino también panes más modernos como barras blancas o pan de molde. 🏪 

Sin embargo, el espíritu comunitario de los hornos comunales aún persistía en la memoria, y algunas familias seguían horneando en casa para ocasiones especiales.


En los 2000, la globalización trajo supermercados y pan industrial al Valle de Lecrín, pero las panaderías locales resistieron, especialmente en Padul, donde el pan candeal seguía siendo un orgullo. Las panaderas, muchas de ellas mujeres que heredaron el oficio, continuaban elaborando panes con recetas tradicionales, a menudo incorporando ingredientes locales como aceite de oliva virgen extra. 🌿

 Los despachos de pan en los pueblos se convirtieron en puntos de venta fijos, aunque algunos panaderos aún hacían repartos a domicilio en zonas rurales.


Hoy: un legado que resurge 🌾


En la actualidad, el Valle de Lecrín vive un renacer de la panadería artesanal. 🥯 Los hornos de leña, aunque menos comunes, son valorados como patrimonio cultural, y algunos, como los de Restábal, han sido restaurados para eventos comunitarios o turismo rural. Las nuevas generaciones de panaderas y panaderos están recuperando técnicas antiguas, como el uso de masa madre y harinas ecológicas, inspirándose en la herencia andalusí del valle. 🕌 

En ferias y mercados locales, como los de Nigüelas o Albuñuelas, el pan artesanal vuelve a ser protagonista, acompañado de dulces tradicionales como roscos y tortas.


El pan ya no llega en serones, pero el espíritu del Valle de Lecrín sigue vivo en cada hogaza. 🥖 Cada bocado nos conecta con las manos que amasaron, los hornos que calentaron y las historias que se compartieron. 💬


 ¿Recuerdas al panadero con su mulo en tu pueblo?


 ¿O el aroma del pan recién hecho en casa de tu abuela? 


¡Cuéntanos tu historia en los comentarios! 👇


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