El Valle de Lecrín en el siglo XX: Un viaje por su historia y transformación
El Valle de Lecrín, esa joya granadina enclavada al pie de Sierra Nevada, vivió un siglo XX lleno de cambios, retos y momentos que marcaron su identidad.
A lo largo de estas décadas, esta comarca, conocida como el "Valle de la Alegría", experimentó una evolución que combinó tradición agrícola, avances en infraestructuras y un despertar turístico que aún hoy la hace única.
A principios del siglo XX, el Valle de Lecrín era un mosaico de pueblos blancos dedicados casi exclusivamente a la agricultura. Los cultivos de cítricos, olivos y almendros dominaban el paisaje, herencia de la influencia árabe que aún perfuma sus campos de azahar. Sin embargo, las nuevas comunicaciones, como la construcción de carreteras estatales y el emblemático teleférico de Dúrcal (¡el más largo de Europa en los años 20, con 38 km!), conectaron el Valle con la costa y Granada, trayendo prosperidad a municipios como Dúrcal, Padul y Nigüelas.
Un hito destacado fue el auge del balneario de Lanjarón, que consolidó su fama como uno de los más importantes de España. Desde el descubrimiento de sus manantiales en 1774, el siglo XX vio cómo visitantes de todo el país acudían a sus aguas medicinales, declaradas de utilidad pública en 1868. Este impulso turístico marcó un antes y un después para la comarca, que comenzó a ser valorada por su clima templado y paisajes exuberantes.
No todo fue fácil. Las primeras décadas del siglo estuvieron marcadas por una economía de subsistencia, y el Valle no recuperó los niveles de población del reino nazarí hasta finales del siglo XVIII. Las epidemias, como la de 1679 en Padul, y las crisis económicas, como la de 1929, afectaron a sus habitantes. Sin embargo, la resiliencia de su gente se reflejó en iniciativas como la modernización de lavaderos públicos y la creación de la Mancomunidad de Municipios del Valle de Lecrín en 1984, un paso clave para coordinar servicios y fomentar el desarrollo.
El siglo XX también dejó huellas culturales imborrables. La banda nigüeleña que ganó el primer premio en un concurso de bandas en Granada en 1932, o el curioso Puente de Lata en Dúrcal, construido en Bélgica por un discípulo de Eiffel y trasladado en 1924, son ejemplos del dinamismo de la comarca. Este puente, que conectaba el Valle con Granada a través del tranvía, es hoy un símbolo de su pasado industrial.
A medida que el siglo avanzaba, el Valle de Lecrín se abrió al turismo rural, aprovechando su riqueza natural y patrimonial. Lugares como la almazara medieval de La Erilla en Nigüelas, la laguna de Padul o el Castillo de Mondújar comenzaron a atraer a quienes buscaban historia y naturaleza. La creación de la Asociación PRODER en 1996 impulsó el desarrollo económico, apostando por la diversificación y el turismo sostenible.
Hoy, el Valle de Lecrín sigue siendo un rincón donde el pasado y el presente se entrelazan. Sus pueblos, sus paisajes y su historia invitan a perderse entre naranjos, descubrir fortalezas árabes y disfrutar de un entorno que, como en el siglo XX, sigue siendo un refugio de paz y belleza.
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Fuentes: Información recopilada de sitios como adurcal.com y otras referencias históricas.
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