La Romanización en El Valle de Lecrín
¿Sabías que hace más de dos mil años el Valle de Lecrín ya formaba parte de un gran imperio?
La historia de nuestro Valle no comienza en tiempos recientes, sino que hunde sus raíces en épocas muy antiguas, y uno de los periodos más fascinantes es, sin duda, el de la romanización.
Cuando Roma extendió su dominio sobre la Península Ibérica, tras la caída de los reinos íberos y la Segunda Guerra Púnica (siglo III a.C.), toda esta región quedó integrada dentro de la provincia Hispania Ulterior, y más tarde, Hispania Baetica. Granada y su entorno se convirtieron en una importante zona agrícola, y nuestro Valle, entonces conocido como una fértil tierra entre montañas, empezó a adquirir relevancia.
Aunque no existen grandes ciudades romanas conservadas en El Valle de Lecrín como en otros lugares, sí hay múltiples indicios de su huella:
Restos de villas romanas en zonas como Dúrcal, Nigüelas o cerca de Melegís, donde los romanos construyeron casas de campo dedicadas a la producción de aceite, vino y cereales.
La red de caminos romanos conectaba pequeños asentamientos, muchos de los cuales han dado origen a nuestros actuales pueblos.
Se han encontrado ánforas, monedas y fragmentos de cerámica romana, testigos mudos del comercio y la vida cotidiana de aquellos tiempos.
Los romanos no solo trajeron infraestructuras; también dejaron una profunda influencia en la cultura, la lengua y el derecho. El latín evolucionaría siglos más tarde en nuestro castellano, y muchas costumbres agrícolas y de organización territorial nacen de aquel legado.
El Valle de Lecrín, con su tierra fértil y su clima templado, fue un rincón ideal para el modelo romano de "villa agrícola". Desde entonces, el paisaje de campos de olivos, viñedos y frutales que hoy disfrutamos tiene mucho de aquella planificación antigua.
Así que la próxima vez que pasees por nuestros caminos, pienses en los olivos centenarios o contemples las ruinas escondidas en los montes, recuerda que aquí, hace más de veinte siglos, ya se hablaba en latín, se comerciaba con aceite, y se soñaba bajo el mismo sol.
¡Nuestro Valle también fue romano!
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