Isidoro Pérez de Herrasti y Pérez de Herrasti: Un legado noble en Padul (1866-1935)
Hoy recordamos la figura de Isidoro Pérez de Herrasti y Pérez de Herrasti, una personalidad destacada de la nobleza granadina cuya vida dejó una huella imborrable en Padul, municipio al que dedicó gran parte de su afecto y generosidad.
Nacido el 1 de septiembre de 1866 en Granada y bautizado en la Iglesia de San Salvador, Isidoro fue un hombre de profundas raíces andaluzas, cuya historia está íntimamente ligada a esta localidad.
Hijo de Isidoro Pérez de Herrasti y Antillón, III Conde de Antillón, y Josefa Pérez de Herrasti y Vasco, Isidoro heredó el compromiso de su familia con la región. En 1924, el rey Alfonso XIII le otorgó el título de Conde de Padul, un reconocimiento no solo a su linaje, sino también a su dedicación al desarrollo y bienestar de este pueblo granadino. Este título, solicitado por el propio Consistorio de Padul, simbolizó el vínculo especial entre Isidoro y la comunidad.
Casado el 29 de octubre de 1898 en Sevilla con María del Rosario de Solís y Desmaissières, Isidoro tuvo un hijo que, lamentablemente, falleció a los tres años. Sin descendencia directa, su legado en Padul se construyó a través de obras de caridad y proyectos que transformaron la vida de sus habitantes. Entre sus contribuciones más destacadas está la creación de las Escuelas de Don Isidoro, inauguradas en 1922, que llevaron educación a niños de familias humildes, ofreciendo oportunidades a quienes más lo necesitaban. Además, en 1921, instaló un hospital para atender a los heridos de la guerra de Melilla, demostrando su compromiso con los más vulnerables.
Isidoro, licenciado en Derecho y maestrante de la Real Maestranza de Caballería de Granada, fue también canónigo honorario de la Catedral de Granada y presidente de la Maestranza. Su labor no se limitó a lo material: su apoyo al carlismo en la década de 1930 inspiró a muchos paduleños a unirse al Tercio de Requetés Isabel la Católica, dejando un impacto en la identidad tradicionalista de la zona.
El 6 de junio de 1935, Isidoro falleció en Granada, pero su espíritu generoso sigue vivo en Padul. La Casa Grande, el palacio barroco del siglo XVII ligado a su familia, y las escuelas que llevan su nombre son testigos de su compromiso con esta tierra. Hoy, su título de Conde de Padul perdura, actualmente en manos de María Pérez de Herrasti y Urquijo, recordándonos la importancia de honrar a quienes, como Isidoro, trabajaron por el bien común.
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