Benito Prieto Coussent: El alma del arte en Padul
En el corazón del Valle de Lecrín, donde la laguna de Padul susurra historias de siglos, se alza un pueblo que no solo abraza la belleza de su Semana Santa y su entorno natural, sino que también ha sido cuna de grandes artistas. Entre ellos, brilla con luz propia Benito Prieto Coussent (Ribadeo, 1907 – Granada, 2001), un genio del pincel cuya vida y obra encontraron en Padul un refugio y una fuente inagotable de inspiración.
Nacido en Ribadeo, Lugo, la vida de Benito Prieto fue un torbellino de experiencias marcadas por el compromiso, la adversidad y un talento descomunal. Tras estudiar en la Real Academia de San Fernando en Madrid, donde coincidió con figuras como Salvador Dalí, su trayectoria dio un giro trascendental al llegar a Padul en 1940.
Este traslado no fue casual: el amor lo llevó a unirse en matrimonio con Antonia Rejón Delgado, una querida farmacéutica paduleña, en el monasterio de Samos en 1939. Juntos, establecieron su hogar en la Calle Dr. Rejón Delgado, número 41, donde Benito instaló su estudio, convirtiendo este rincón de Padul en el epicentro de su creación artística.
En Padul, Benito Prieto encontró la paz y el silencio necesarios para sumergirse en una introspección creativa que marcó su obra. Fue aquí donde nacieron sus icónicas versiones de Cristo en la Cruz, unas representaciones crudas, humanas y profundamente emotivas que rompieron con la iconografía tradicional.
Su primer “Cristo”, pintado en 1948, causó un impacto mundial, pero también controversia. La Iglesia local lo tachó de “blasfematorio”, y el párroco de Padul organizó trisagios para su destrucción. Sin embargo, Benito, fiel a su visión, defendió su obra ante un tribunal de teólogos y logró exponerla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, donde fue premiada, aunque él renunció al galardón para conservar la propiedad del cuadro. Este “Cristo” y sus versiones posteriores, como el célebre Cristo de Kennedy (1964), que preside la Biblioteca-Museo de Harvard, llevaron el nombre de Padul a rincones tan lejanos como Estambul, Buenos Aires, La Habana, París y Madrid.
Pero Benito no solo fue el “pintor de los Cristos”. En Padul, su estudio se convirtió en un lugar de peregrinación para personalidades, periodistas y artistas.
Su talento como retratista era innegable: desde figuras como Menéndez Pidal, Marañón o el torero Antonio Bienvenida, hasta vecinos y amigos de la vida cultural granadina, como Antonio Gallego Burín o Elena Martín Vivaldi, quedaron inmortalizados por su pincel. En sus lienzos, Benito buscaba el alma de las personas y la poesía de lo cotidiano, creando bodegones y retratos cargados de introspección psicológica.
La relación de Benito con Padul fue tan profunda que el pueblo lo acogió como uno de los suyos. En 2011, una década después de su fallecimiento, Padul lo nombró Hijo Adoptivo en un emotivo homenaje que incluyó exposiciones, mesas redondas y la inauguración de la “Galería Virtual Benito Prieto” en el Ayuntamiento. Sus palabras resuenan aún: “Aquellos años de mi paz en los montes del Padul, cuando comencé mi Cristo, sabía que estaba viviendo el cenit de mi vida artística”.
Tras la muerte de Antonia en 1957, Benito se casó con Amparo Serrano Sánchez, quien, junto a su discípulo y biógrafo Luis Ruiz Rodríguez, impulsó la creación de la Sociedad Cultural Benito Prieto. Esta institución, respaldada por los ayuntamientos de Ribadeo, Padul y Granada, y la Universidad de Granada, sigue velando por su legado.
Hoy, la huella de Benito Prieto Coussent permanece viva en Padul. Sus Cristos, sus retratos y su espíritu reflexivo no solo ennoblecen el patrimonio artístico del pueblo, sino que recuerdan que, en este rincón de Granada, un gallego encontró su hogar y transformó el dolor y la belleza en arte universal.
¿Sabías que puedes admirar obras de Benito Prieto en el Ayuntamiento de Padul o en la parroquia de Santa María de la Alhambra? Comparte esta historia y celebremos juntos el legado de un artista que llevó el nombre de Padul al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario